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Aviñón recurre a estrellas como Kristin Scott Thomas para divulgar a los clásicos

'Les mariés de la tour Eiffel', de Cocteau, se estrena como un ingenioso musical surrealista

Después de haberse servido de la popularidad de Pierre Arditi para vender las 19.000 localidades de las distintas representaciones de L'école des femmes, Aviñón ha recurrido a otras dos estrellas para hacer subir al escenario otro clásico. Lambert Wilson -barítono, actor de cine y actor y director de teatro, hijo de Georges Wilson, uno de los intérpretes preferidos de Jean Vilar- es quien firma una nueva producción de Bérénice, la tragedia de Jean Racine.

Wilson da vida a Antiochus 'porque es el único de los personajes de la pieza que puede interpretar el director puesto que mira y ve lo que hacen los demás, es el único que se plantea la cuestión del otro'. La otra estrella es Kristin Scott Thomas, británica protagonista de películas como El paciente inglés o El hombre que susurraba a los caballos. Junto a los dos nombres populares, Didier Sandre, un estupendo actor formado junto a Antoine Vitez y que aquí es Titus.

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Lambert Wilson ha recurrido a Christian Lacroix para que le fabricase un vestuario estilizado pero que remite de inmediato a los años treinta. 'La extraña seducción que Titus ejerce sobre Bérénice no nos extraña', dice Wilson, 'porque corresponde a la que ejerce un poder fuerte sobre el pueblo. El contexto de entreguerras es idóneo de cara a hacer el espectáculo más próximo a los espectadores de hoy'. Y eso es importante en un montaje de lujo, que ha embarcado en su producción a teatros de Marsella, Lyón, Mulhouse, La Rochelle, Créteil, Sète, Blagnac, Nevers y París así como los festivales de Perpiñán y Aviñón.

'Gamberrada'

Por otra parte, nadie ha reivindicado la llamada telefónica de amenaza de bomba del martes, ni la policía ni la dirección del festival han podido ni querido identificar o explicar la intencionalidad de la 'gamberrada' aunque el hecho de que se trate de una producción proveniente de la isla de la Reunión, territorio francés de ultramar, inclina a buscar el origen en las reivindicaciones independentistas y anticoloniales.

El vanguardismo de los años veinte es reinterpretado en Les mariés de la tour Eiffel por Vincent Colin, director trotamundos -ha trabajado en Argentina, Madagascar y Vietnam- a la luz de danzas africanas que se sienten a gusto con la música de Auric, Milhaud, Poulenc o Honegger. La armonía irónica del espectáculo, contado por dos actores, corresponde a la idea cocteauniana ante la imposibilidad lógica de explicar la poesía o la imaginación: 'Puesto que sus misterios nos superan, simulemos ser sus organizadores'.

El lituano Oskaras Korsunovas, líder de la incipiente refundación teatral del país, ha presentado en el festival de Aviñón Ugnies veidas (Rostro de fuego), una pieza del alemán Marius von Mayenburg. Korsunovas defiende la necesidad de montar autores contemporáneos y dice que 'el teatro necesita ser un fruto prohibido, lugar en el que se aborden secretos públicos, en el que se hable de aquello que mucha gente piensa pero pocos dicen, en el que se haga visible lo que la educación nos ha enseñado a callarnos'.

Esa voluntad de transgresión se traduce en una historia de incesto que está protagonizada por dos adolescentes con ansias de pureza, dos ángeles exterminadores que, después de incendiar media ciudad, acaban con sus padres. El trabajo de Korsunovas es excelente, los actores Gytis Ivanauskas y Rasa Samuolyte están extraordinarios, pero el texto, aunque respira sinceridad, es confuso e inquietante, lleno de relentes nazis en su manera de contar el deseo de absoluto del personaje del joven hermano.

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