Lenguaje y terrorismo
Una de las cuestiones que más han preocupado a los investigadores del lenguaje humano es si existen estructuras lingüísticas universales que configuran nuestra percepción del mundo o si, por el contrario, es la realidad circundante la que determina nuestro lenguaje. Los que defienden esta última teoría se fundamentan en ejemplos como el de determinadas lenguas de países nórdicos que, debido a que sus usuarios conviven a diario con la nieve, utilizan varias palabras para referirse a ella dependiendo de la modalidad de nieve a la que se refieran. Sin embargo, el manejo que los políticos nacionalistas vascos hacen del léxico castellano es un argumento incuestionable para los que piensan que vemos el mundo a través del lenguaje que empleamos.
El otro día, a raíz del último atentado, Egibar instaba a los etarras a abandonar 'la lucha armada'. Los terroristas, cuando dejaron momentáneamente de matar, hablaron de 'tregua' y son muchos los que dicen 'paz' para referirse al final de unos asesinatos cometidos siempre por los mismos. En definitiva, si nos atenemos a las acepciones que estas palabras tienen en el diccionario, en el País Vasco hay una guerra en la que todos matan por igual. Pero lo malo no es esta manipulación calculada del vocabulario por parte de quienes persiguen con ella unos fines políticos claros, sino el hecho de que se haya terminado extendiendo entre todos los españoles con la contribución activa de los medios de comunicación, quienes a las palabras antes reseñadas unen otras como 'violentos', 'radicales', 'lucha callejera', 'entorno radical', 'conflicto vasco', etcétera, despojando así a dichos vocablos de su auténtica significación.
Tenemos que darnos cuenta de que si no reaccionamos pronto a este enmascaramiento eufemístico de la realidad y dejamos de ser sus cómplices lingüísticos, acabaremos por ver las cosas tal como ellos quieren que las veamos, y es que no hay mejor forma de subyugar que usurparle a la gente el verdadero significado de las palabras.
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