800 días de Simeón
El ex rey de Bulgaria Simeón de Sajonia-Coburgo juró ayer acatar la Constitución republicana al tomar posesión de su cargo de primer ministro, en una insólita escena que se vive por vez primera en Europa. El mandatario búlgaro tiene una difícil tarea. Se ha comprometido a mejorar en 800 días el nivel de vida de los ciudadanos de su país, que se ha quedado atrás y en el que reina la corrupción. Sajonia-Coburgo, que tantas ilusiones ha despertado, es, a sus 64 años, un hombre sin experiencia política (fue depuesto en 1946, cuando tenía nueve años) y ha nombrado un Gobierno de tecnócratas, en el que nadie cuenta con experiencia ministerial.
Quizás la mejor herramienta de que dispone el nuevo primer ministro es la posibilidad de embarcar, con un marcado carácter occidental, a todo el país en la aventura de prepararse para ingresar cuanto antes en la Unión Europea, aunque es improbable que entre en la primera ampliación de 2004. Antes espera que la OTAN invite a Bulgaria a entrar en la Alianza en la cumbre del próximo año.
Su partido arrasó en las elecciones, y el Parlamento votó ayer su investidura por 141 votos a favor, 50 en contra y 46 abstenciones. De momento cuenta con el apoyo de una amplia coalición de fuerzas. Por vez primera en la historia de este país han entrado en el Gobierno dos ministros de la minoría turca, que representa un 10% de la población. El más joven integrante del Ejecutivo es su titular de Economía, Nicolai Vassilev, de 31 años, analista de mercados financieros en Londres, lo que le puede tentar a importar recetas externas, no adaptadas a la realidad de Bulgaria, que necesita en todo caso una terapia fuerte, de reformas en profundidad, para superar las inercias del sovietismo pasado y de la corrupción del sistema. Para mejorar en 800 días necesitará medidas drásticas, sacrificios, y que Sajonia-Coburgo y su equipo aprendan a hacer política rápidamente.
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