... y las alternativas para amortiguar la controversia
Hay tres alternativas al uso de embriones para obtener células madre. Todas las partes están de acuerdo en que merece la pena explorarlas. La diferencia es que los sectores conservadores creen que estas alternativas son las únicas que deben investigarse, mientras que la mayoría de los científicos prefiere desarrollar ambas líneas en paralelo, al menos hasta ver cuál de ellas resulta más eficaz.
La primera es obtener las células madre de adultos, y no de embriones. Los órganos adultos contienen, en efecto, células madre que normalmente se ocupan de ir renovando los tejidos viejos. Por ejemplo, la piel se va muriendo y descamando durante toda la vida, y las células madre de la dermis van reponiéndola. También es muy conocida la existencia de células madre en la médula ósea, que son las que van reponiendo las células de la sangre (glóbulos rojos y blancos). En los últimos años se ha comprobado que también hay células madre en el cerebro o el hígado, y es probable que las haya en algunos otros órganos.
Una de las opciones más interesantes -si de lo que se trata es de asegurarse un abundante material de partida- es obtener las células madre del tejido adiposo extraído por liposucción, una posibilidad que se ha revelado técnicamente viable este mismo año.
Sin embargo, hay varias razones por las que los científicos no creen sensato renunciar a las células madre de origen embrionario. En primer lugar, algunos órganos y tejidos pueden carecer de células madre: no se han encontrado ni en el corazón ni en el páncreas. Segundo, las células madre son escasas y difíciles de obtener de los órganos adultos. Extraerlas del cerebro humano, por ejemplo, sólo ha sido posible tras extirpar parte del cerebro de los pacientes epilépticos. Además, no se reproducen tan bien como las embrionarias, por lo que su amplificación en cultivo no puede solventar el problema anterior.
Una tercera razón es que no está claro, por el momento, si las células madre adultas son tan versátiles como las embrionarias. Sí se ha comprobado que pueden dar lugar a unos pocos tipos celulares, pero, por lo que se sabe hasta ahora, no pueden convertirse en cualquier tejido, como las embrionarias. Por todo ello, las grandes instituciones científicas de Europa y Estados Unidos consideran imprescindible seguir investigando con células madre obtenidas de embriones.
Otra alternativa es extraer las células madre de fetos abortados. Esta técnica es viable, y de hecho fue presentada al mismo tiempo que la de Thomson, en 1998. También es cierto que la disponibilidad de este tipo de material no es ilimitada, y no está en absoluto garantizado que vaya a suscitar menos polémica que los embriones, aunque el asunto se ha tratado mucho menos.
Y la tercera alternativa, no tanto biológica como lingüística, ha sido ensayada sobre todo por el Instituto Roslin de Edimburgo. Consiste en no hablar de embriones, sino de 'reprogramación'. La idea es tomar una célula cualquiera (no madre) del paciente, extraerle el núcleo (que contiene el genoma completo) y 'reprogramarlo' para que crea que pertenece a un embrión. Los investigadores tendrán que hilar muy fino si quieren convencer a sus gobiernos de que ese núcleo reprogramado no es un embrión.
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