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Crónica:FERIA DE SALAMANCA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ni toros, ni seriedad

Llegó El Juli y llenó la plaza. Indiscutible. Y llegaron los toros de Daniel Ruiz y la gente gritó en más de una ocasión 'toros, toros' con la urgencia de quien pide auxilio. Ha habido toros, más bien toretes, anovillados, incluso impresentables, como el quinto, que parecía una sardina desnutrida y birriosa. Y por si fuera poco se sugerían serias sospechas de afeitado.

Por esta corrida hubo al parecer sus más y sus menos entre José Tomás y El Juli y que, por haberlos pedido antes Julián López y no venir a cuento anunciarse dos tardes con la misma divisa, el de Galapagar utilizó su maltrecho codo para justificar su ausencia en esta feria. No se explica que por semejantes prendas puedan discutir los toreros.

Ruiz / Joselito, Finito, Juli

Toros de Daniel Ruiz, terciados, anovillados incluso, sospechosos de pitones y sin clase; 3º, de El Torreón, pegajoso. Joselito: estocada corta (leve división); pinchazo -aviso-, y estocada (oreja). Finito de Córdoba: estocada caída y rueda de peones (leve división); estocada caída y rueda de peones (leve división). El Juli: estocada (débil petición, ovación y saludos); estocada (dos orejas); salió a hombros por la Puerta del Toro. Plaza de la Glorieta. 18 de septiembre. 7ª corrida de feria. Lleno.

Joselito salió muy dispuesto en el cuarto. Tanto que, enterado, es de suponer, de los comentarios que se publicaron ayer de su salida triunfal en hombros, brindó al público la faena de su segundo, lo cual es un gesto porque en ese brindis quise entender un noble desafío: 'Ahora no vais a tener más remedio que sacarme en volandas de nuevo'. Esas cosas gustan porque hablan de orgullo profesional. Estuvo a punto. La duda, al comenzar el trasteo con unos toreros ayudados por alto, era si el toro aguantaría el ajetreo. Aguantó a duras penas, en su noblona debilidad, sin privarse tampoco de escarbar. El torero estuvo seguro y templado y a última hora, tirando el estoque, toreó sobre la derecha para a renglón seguido, agarrando la muleta como si fuera el capote, cambiársela de mano pasando a los naturales. En esa fase de la faena comenzaron a menudear los enganchones y decaía por momentos el buen tono anterior. Cuatro manoletinas que enardecen una barbaridad y oreja.

En el primero, que era una piltrafa, todo se redujo a manejar la muleta en su acepción ortopédica, porque con aquel atleta, un guantazo hubiera sido suficiente para tumbarlo patas arriba.

Finito de Córdoba, otro tanto. Con su primero, cobarde y destemplado, todo resultó muy vulgar. En el quinto, nueva sesión de UVI en la plaza. Se pedía 'toro, toro', pero no los había a mano. La faena fue de agua, esto es, sin color, ni olor, ni sabor. Mantuvo hasta el final, eso desde luego, la digna actitud de un afligido convaleciente.

Llegó El Juli y llenó la plaza hasta la bandera. Bueno, que llegó, pero la verdad es que protagonizó la tercera tontita salida que registra la feria. En su primero, rajado, estuvo suficiente y frío. Y en el sexto, como un novillero sin contratos, esto es, ardoroso y exponiendo horrores en banderillas. El toro mantuvo nervio hasta mediada la faena y el matador le plantó cara con muletazos no exquisitos pero con tensión manifiesta. Hubo enganchones, pero como el trasteo tuvo esa tensión que digo, la gente se le entregó. Y hasta el presidente, que podría haber tenido en cuenta toda la actuación del torero antes de sacar por segunda vez el pañuelo y abrir una puerta que, decididamente, no tiene cerrojo en Salamanca.

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