Documentos de la CNMV indican que el ex secretario frenó la investigación a Gescartera
Alonso Ureba desautorizó peticiones de información a clientes, entre ellos el arzobispo de Valladolid
Después del frustrado intento de intervenir Gescartera el 16 de abril de 1999, los inspectores de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se encontraron con un muro a la hora de recabar más información sobre la sociedad de Antonio Camacho, donde sospechaban que faltaban 4.500 millones de pesetas. El principal impedimento fue Antonio Alonso Ureba, entonces secretario del consejo de la CNMV y hombre de confianza de Pilar Valiente, que frenó diversos requerimientos de los inspectores para lograr más información de clientes, según documentos a los que ha tenido acceso este periódico.
Al pie de uno de esos documentos, una carta fechada el 20 de abril de 1999 en la que el entonces director de Supervisión, David Vives, solicita al Arzobispado de Valladolid que aclare afirmaciones suyas anteriores que aparecen como incongruentes, Alonso Ureba estampa de su puño y letra: 'No conforme'.
Vives trataba de averiguar por qué el ecónomo del arzobispado había dado, dos semanas antes, su conformidad a tres saldos sucesivos y contradictorios en Gescartera (30 millones de pesetas; 30 millones de pesetas más 650 millones en acciones de Telefónica, y finalmente, más de 1.100 millones en total). Para ello preparó un requerimiento que, antes de ser enviado, tenía que recibir el visto bueno de los servicios jurídicos de la CNMV, dirigidos por Antonio Alonso Ureba.
Pese a que el requerimiento no es de una especial complicación jurídica, Antonio Alonso Ureba negó su conformidad, reflejada al pie del escrito.
En su comparecencia de la semana pasada ante la comisión del Parlamento que investiga el escándalo de Gescartera, la agencia de valores de la que han desaparecido 18.000 millones de pesetas, Vives explicó que a partir del 16 de abril de 1999 ya no pudo seguir investigando el caso con 'libertad', y que sufrió 'obstáculos' y trabas de todo tipo desde dentro del organismo regulador. Vives apuntó directamente a Antonio Alonso Ureba. Éste abandonó la CNMV a principios de este año para pasar a ser secretario del consejo de administración de Telefónica, cargo que desempeña en la actualidad.
La denegación del permiso para averiguar más datos sobre la actuación del Arzobispado de Valladolid no fue la única intervención de Alonso Ureba en este sentido. Con fecha 3 de junio de 1999, la dirección de Supervisión de la CNMV había preparado otras 10 misivas a otros tantos clientes para tratar de profundizar en la jungla de mentiras y documentos falsos en que se había convertido el caso Gescartera. Entre ellos se encontraban las monjas cistercienses, las Escuelas Cristianas, el Arzobispado de Burgos y la Orden de San Agustín.
De nuevo, Antonio Alonso Ureba negó su beneplácito, según un memorándum interno de la CNMV en el que se puede leer: 'Según AU [Alonso Ureba], no se deben enviar estas cartas. Debemos esperar y ver qué se hace'. Esta nota interna, de junio de 1999, va firmada por 'LP', iniciales que corresponden a Luis Peigneux, subdirector de Supervisión del organismo y mano derecha de David Vives en aquella época. Alonso Ureba no quiso atender ayer las llamadas de este periódico para obtener su versión de los hechos.
Este giro se produjo a raíz del consejo extraordinario de la CNMV del 16 de abril de 1999, en el que, según la versión ofrecida en el Parlamento por Fernández-Armesto y Vives, se propuso la intervención de Gescartera. Según este relato de los hechos, los consejeros Pilar Valiente y José María Roldán y el vicepresidente Luis Ramallo se opusieron a la intervención, posición a la que se sumó Antonio Alonso Ureba como secretario del consejo.
Mientras negaba su visto bueno a estos requerimientos, Alonso Ureba le explicaba a David Vives lo siguiente, según un correo electrónico entre ambos fechado el 21 de mayo: 'Querido David: ya sabes que no tengo que dar visto bueno a ningún papel que haga un compañero. (...) Ya sabes que sólo me mueve ayudaros y me parecía que estáis en un callejón sin salida del que cualquiera puede salir escaldado. Siento mucho si lo entiendes de otra manera, te equivocarías'.
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