Entre el convencimiento y la incertidumbre

Horacio Liendo, encargado de la elaboración de los artículos del decreto, dijo que el canje de la deuda con los acreedores argentinos probablemente se demore hasta fin de año y que en marzo se podría iniciar la conversación con los internacionales. 'Mientras tanto, se aplicarán todas las medidas del plan económico y, probablemente, en poco tiempo el riesgo-país dejará de ser una obsesión, como dejó de serlo el dólar paralelo cuando se aplicó la ley de convertibilidad'.

Desde la oposición coinciden en que 'habrá que ver si el Gobierno reconstruye ahora el poder político y la credibilidad que perdió'. El diputado Rafael Flores, del Frepaso, criticó la demora del cambio: 'El presidente ya lleva dos años, ya pasamos por el blindaje, el megacanje, los planes de competitividad y los acuerdos con el FMI, ¿por qué habría de creer ahora la gente que esto va a funcionar?'.

El presidente de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, dijo que 'mil pymes no habrían quebrado si las medidas se hubieran tomado hace dos años'. Según De Mendiguren, 'si se logra bajar al 7% de interés una deuda pactada a tasas del 11% o 12%, habría casi 4.000 millones de pesos (unos 800.000 millones de pesetas) que no se tendrían que pagar y eso es una posibilidad de generar demanda'.

Los duros y los gordos de la Confederación General del Trabajo (CGT), que preparan el Congreso 'de la unidad', volvieron a distanciarse. Rodolfo Daer, el secretario general del ala moderada, está 'totalmente de acuerdo' con la reestructuración de la deuda, aunque duda 'del respaldo político'. El camionero Hugo Moyano, líder de los duros y abanderado de la devaluación, cree que 'esto es más de lo mismo'. Ricardo Zarinelli, portavoz de una administradora de fondos de pensiones, lamentó que las medidas 'desalienten aún más el ahorro' y admitió que podría interponer recursos.