Caramelos a Kazajistán
Una firma cordobesa exporta golosinas a los países más remotos
La vida de un caramelo debe ser bastante agitada. Hay muchos que nacen en Malasia, viajan hasta Córdoba y terminan sus días deshaciéndose en la boca de algún habitante de los Emiratos Árabes Unidos, de Australia o de Kazajistán. No es que tengan espíritu viajero: es que Trucongo S.L., empresa radicada en Doña Mencía, un pueblo de la subbética cordobesa, los compra, los trae, los lleva y los vende en países tan lejanos como exóticos.
Datos de interés
Dirección: La Molinera, 2. Doña Mencía. 14860 Córdoba Teléfono: 957 67 61 89 Empleos Sesenta Facturación 1.100 millones anuales Actividad Producción y venta de caramelos 'Entre noviembre y diciembre, para las cabalgatas, hacemos horas extras y fabricamos 110.000 kilos'
Trucongo se creó a principios de los setenta. Obtuvo su nombre, de resonancias falsamente africanas, de la amalgama de los apellidos de sus tres socios fundadores: Trujillo, Contreras y Gómez. La casa comenzó fabricando caramelos a pequeña escala, para el mercado local y nacional, pero después de 20 años de trabajo, viendo que los resultados eran muy buenos, se decidió a ir más allá.
Ahora produce una media de 80.000 kilos de golosinas cada mes, las exporta a todo el mundo, participa en las ferias importantes del sector, tiene fábricas en Marruecos y Portugal y factura 1.000 millones al año.
Jorge Zurita, director de exportación de Trucongo, hace una lista de los principales productos de su empresa. 'Fabricamos caramelos de muchas clases. Los duros de toda la vida, de fresa, de menta, de mora, de muchos sabores; los gajos ácidos de naranja y limón; los rellenos de miel, de arroz con leche, de pasta de almendra, de coco, de frutas variadas; los de regaliz; los Drácula, de fresa y de cereza...'. No acaba. También están los chupetines (de cola, acompañados de pica-pica, con silbato incorporado) y las piruletas, y los de café (en versión solo y con leche), y la línea sin azúcar, y los de farmacia, para diabéticos...
Hay un capítulo especial, el de los caramelos artesanales. Esos redondos y gordos, de fondo blanco cremoso y ribetes translúcidos, decorados con ruedas de bicicleta o espirales, y envueltos en celofán transparente. 'Sólo se fabrican en cinco lugares del mundo', explica Zurita, 'y los nuestros son los de mejor calidad'. Pero no es eso: es que los hacen con publicidad incorporada, escrita en azúcar, hasta un máximo de diez palabras. Una firma danesa les pidió caramelos con la dirección de su página web. 'También fabricamos los corrientes, con la propaganda en el envoltorio, para hoteles y otras empresas', recuerda.
La producción de Trucongo se destina fundamentalmente a los niños. 'Un 70% de nuestra oferta es para ellos'. Por eso, la temporada alta es la Navidad, cuando toda España se llena de cabalgatas. 'Para una buena cabalgata hacen falta entre 5.000 y 10.000 kilos de caramelos', calcula Zurita, 'así que entre noviembre y diciembre tenemos que hacer horas extras, y fabricamos 110.000 kilos'.
Los adultos también comen caramelos. Los de café, por ejemplo. 'Esos no los elaboramos nosotros; los compramos en Malasia, nos resulta más barato y más fácil'. Traen unos 30.000 kilos mensuales. De Italia llega la línea sin azúcar. 'Son gomosos', describe Zurita, 'de piña, de fresa, de regaliz...'.
Todos los productos de Trucongo vienen etiquetados en español, portugués, inglés, francés, italiano, alemán, ruso, árabe... 'A los árabes les gusta mucho el dulce. Marruecos es uno de nuestros mejores clientes'.
¿Y cómo surgió lo de Kazajistán? 'Fuimos en misión comercial, justo la semana siguiente al 11 de septiembre', cuenta Zurita. 'Cuando llegamos al aeropuerto se había incendiado. Es un mercado que está subiendo mucho desde que se independizó de la Unión Soviética en 1991. Tienen mucho petróleo, y eso trae divisas.
Se están reconstruyendo y modernizando a grandes pasos, pero todavía no hay muchas empresas extranjeras. Los mayoristas, las cadenas de supermercados, todos buscan productos nuevos. De los nuestros los que más les gustan son los chupetines y los artesanales'.
Trucongo vende el 20% de su producción entre Europa y Asia. 'La exportación se hace a base de ferias. La más importante del mundo se celebra en Colonia a fines de enero. Cada año ponemos un quiosco'.
Claro que las misiones comerciales son más efectivas. 'Sí, porque te encuentras parte del trabajo hecho, vas directamente al cliente final'. ¿Qué planes tienen para el futuro? 'Queremos abrirnos camino en el Este de Europa, y en África. Y ahora vamos a importar bombones desde Polonia'.
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