El PRI apuesta por la socialdemocracia para recuperar el poder en México
Las facciones llegan a la XVIII Asamblea con diferencias sobre la elección del presidente
La XVIII Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) revisa desde ayer su estrategia para recuperar el poder en México, y las causas de su descomposición y derrota en las generales del 2 de julio de 2000, fecha en la que perdió la presidencia, retenida durante siete decenios, y su cohesión interna. Las facciones apuestan por un partido socialdemócrata, pero difieren sobre la elección del presidente de un movimiento que fundamentó su hegemonía en el presidencialismo. Los temidos cismas fueron evitados, y el PRI llegó a la Asamblea precariamente unido.
Una de las metas de la asamblea es crear un código ético que castigue la corrupción
La sensación de orfandad y de desorientación entre la militancia fue mayúscula tras el fracaso del año pasado al desaparecer su principal referencia: la presidencia del partido y de la república, que siempre recayó sobre una misma persona, cuyas instrucciones fueron órdenes en el Congreso y en la telaraña de sindicatos encargados de ejecutarlas. Hasta el año 1997, en que perdió su mayoría legislativa, el PRI dictó en México. Las tribunas y mesas de trabajo abiertas ayer en San Luis Potosí, Toluca, Taxco y Veracruz, con 11.760 delegados, trabajan sobre identidad, estatutos, estrategia, ética y futuro del movimiento más longevo del planeta.
'No hay vuelta de hoja: en su renovación, el PRI seguirá siendo un partido más pragmático que ideológico', sostiene el analista Leo Zuckermann. 'Pero si lo que les importa a los priístas es repartirse el pastel de poder que actualmente tienen, entonces estarán demostrando que quieren seguir viviendo de rentas monopólicas que se irán extinguiendo'. El poder, y el pastel, son todavía considerables porque desde el 2 de julio hubo derrotas y victorias en las 15 elecciones estatales: el PRI gobierna en 18 de las 32 entidades federativas, tiene 210 escaños en una Cámara de Diputados de 500, y 60 de los 128 senadores; es mayoría absoluta en 20 de los 32 parlamentos estatales, y mayoría relativa, en otros tres; el 57% de las alcaldías mexicanas son suyas.
Una de las metas de la XVIII Asamblea es crear un código ético, un reglamento que castigue las eventuales conductas corruptas de dirigentes y funcionarios, una de las lacras a eliminar. 'Hay hombres (priístas) que cometieron graves errores, sin duda, y nosotros nunca nos deslindamos por lo menos a tiempo', admitió el organizador de la asamblea, Jesús Murillo Karam. El PRI fue de izquierdas, de derechas, y de centro, nacionalizó y privatizó de acuerdo con las doctrinas económicas internacionales, y perdió el poder cuando la corrupción y la impunidad, los asesinatos sin resolver, la delincuencia, o las fraudulentas fortunas, malograron los beneficios aportados al país desde su fundación en 1929 por los caudillos triunfantes de la revolución de 1910.
Los delegados responden a distintas lealtades. Francisco Labastida, el candidato del partido derrotado por Vicente Fox en las presidenciales del 2 de julio, y Roberto Madrazo, ex gobernador de Tabasco, lideran las dos corrientes mayoritarias: la renovadora y la tradicionalista. Otros militantes se agrupan en torno a las Renovadora, Solidaridad, Crítica y Generacional, Grupo Renovación, Movimiento Social por la Democracia y Democracia 2000. Los desacuerdos aconsejaron posponer hasta marzo la elección del presidente y los cuadros de un partido que no supo captar a las clases medias urbanas. Lo votaron sobre todo, según los sondeos, personas mayores de educación elemental, que viven en zonas rurales o sin llegar a su total urbanización.
La prensa local, simplificando las pugnas, clasificó a los promotores de las diferentes facciones entre tecnócratas y dinosaurios. Los primeros, según el politólogo Luis Carlos Ugalde, son aquellos cuadros que hicieron carrera en la burocracia, o bien estudiaron en universidades estadounidenses y de allí pasaron a ocupar cargos en el PRI, en el Congreso y la presidencia de la república. El último jefe de Gobierno, Ernesto Zedillo (1994-2000), sería uno de sus exponentes. 'Hay una corriente en el interior del partido que argumenta que un partido perdió en 2000 por el neoliberalismo de los tecnócratas'.
Los dinosaurios añoran el caudillismo, y son sospechosos de permanecer adscritos a prácticas y corruptelas que perpetuaron al PRI en el poder. El discurso de ambos es democrático, y todos promueven una 'economía de rostro humano', alejándose, al menos públicamente, del liberalismo aplicado por las tres últimas presidencias priístas.
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