Irazu expone en Pamplona la arquitectura de lo etéreo con un gran mural colorista
El ritmo y el color son las preocupaciones centrales de la creación más reciente de Pello Irazu (Andoain, 1963), que la galería Moisés Pérez de Albéniz (Larrabide, 21) presenta en Pamplona. Irazu ha construido en los dos últimos años un complejo sistema arquitectónico con esculturas virtuales y una mirada introspectiva a colores, formas y volúmenes de un mundo a la vez tranquilo y frenético.
El espacio versátil de la galería pamplonesa permite al artista integrar en una creación multidimensional las facetas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas de su trabajo más reciente, en el que ha utilizado varios materiales (hierro, madera y óleo) y preferido aplicar el color directamente sobre la pieza rechazando así el acabado industrial de la obra.
'La perspectiva desde la que abordo esta exposición es el dibujo y lo gráfico, de modo que la forma de entenderla es más orgánica, menos individualizada', explica el artista afincado en Bilbao. El elemento clave de la muestra, que estará abierta hasta diciembre, es un gran mural de vivos colores, que condiciona la lectura de toda la exposición e interfiere en la propia arquitectura de la obra. 'Te permite recorrerla, ser soporte a la vez de esa arquitectura cuya unidad está basada en la parte gráfica', dice.
Irazu necesita un vínculo real con el espacio: 'Me horroriza exponer en un panel flotante'. 'En esta galería hay una intervención arquitectónica, una caja de resonancia que te motiva a imbricarte. Definir la arquitectura, en mi caso, es una experiencia con lo espacial desde un punto de vista real, no sólo conceptual', afirma.
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