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Piqué asegura que el acuerdo sobre Gibraltar 'será cuestión de meses, no de años'

Madrid y Londres reanudan las negociaciones

Barcelona La reunión que hoy celebran en Barcelona el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, y su homólogo británico, Jack Straw, para reanudar las negociaciones sobre Gibraltar, interrumpidas desde 1998, será 'importante' y versará sobre 'los contenidos' del problema, aunque 'no producirá grandes noticias', según afirmó ayer el canciller español con ánimo de que 'no se levanten grandes expectativas'. Piqué se mostró, no obstante, confiado en que la negociación dé resultado 'en cuestión de meses, no de años'.

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Las previsiones del ministro indican que cree que la voluntad declarada por el primer ministro británico, Tony Blair, de resolver el contencioso antes de finales de 2002 es seria y creíble, a pesar de que los intentos anteriores de llegar a un arreglo transcurrieron por derroteros distantes de los inicialmente trazados. Y dejaron una sensación de fracaso.

Así, el primer acuerdo para abrir la verja, alcanzado en abril de 1980, sólo se cumplió plenamente con cinco años de retraso. Cerrada desde 1969, la verja no permitió, en efecto, el tráfico de vehículos hasta febrero de 1985.

En total, fueron 16 años de aislamiento, los mismos en los que la actual clase dirigente gibraltareña, incluido el ministro principal, Peter Caruana, llegaba a la primera juventud sin haber pisado España ni dejado el territorio de la Roca más que para ir a Londres. El fin de esa situación, buscado desde 1977, dos años después de la muerte de Franco, se retrasó primero por reivindicaciones de Madrid sobre el estatuto de los trabajadores españoles en el Peñón y luego por la guerra de Las Malvinas. Pero el problema de fondo era que el sentimiento antiespañol se había consolidado en los llanitos. En 1969, Londres les había dotado de una Constitución, tachada por la diplomacia española de 'Carta otorgada', en la que les garantiza que no pasarán bajo la soberanía de ningún otro Estado sin su consentimiento.

Fue preciso todo el tesón diplomático del socialista Fernando Morán y de su entonces homólogo, Geoffrey Howe, para abrir el Proceso de Bruselas, en 1984, que es todavía hoy el eje de las negociaciones. Los dos ministros de Exteriores iniciaron conversaciones paralelas sobre cooperación entre los dos lados de la verja, empezando por su apertura al tránsito, y sobre el futuro de la soberanía.

Aeropuerto de uso conjunto

La verja, que desde 1982 permitía el tránsito de peatones, se abrió tan totalmente como fue rechazada por los gibraltareños cualquier demanda española relativa a la soberanía. Y Londres les secundó siempre, al amparo de la Constitución de 1969. El líder laborista gibraltareño, Joe Bossano, ganó las elecciones de 1988 por su oposición al acuerdo de construcción de un aeropuerto de uso conjunto, alcanzado un año antes.

A partir de ahí, todo siguió a trancas y a barrancas. Felipe González llevó en 1991 a Londres una propuesta de soberanía compartida sobre un Peñón muy autónomo, y recibió un no rotundo. España comenzó a dificultar la aprobación de las normas comunitarias que puedan afectar al Peñón y a protestar por la pujanza del contrabando gibraltareño. Bossano, seguro de la independencia económica prestada por un paraíso fiscal floreciente, concibió la idea de que reformar la Constitución podría equivaler a un acto de autodeterminación, sin duda inaceptable para la comunidad internacional, pero quizás capaz de apartar la atención del Proceso de Bruselas.

En 1996, la llegada de los populares al Gobierno de España y de Caruana al gibraltareño pareció cambiar las cosas. Pero por poco tiempo. Dos años más tarde, el nuevo ministro principal rechazó de plano una nueva propuesta de soberanía compartida presentada por Abel Matutes y se fue a la ONU a predicar la peculiar autodeterminación ideada por Bossano. Desde entonces, el Proceso de Bruselas estaba suspendido. Hace sólo seis meses, cuando Piqué fue a Londres a pedir su reapertura, los británicos la consideraban imposible. Ayer, el responsable de Exteriores del Partido Conservador, Michael Ancram, afirmaba en Gibraltar que el Partido Laborista, reforzado tras su reelección el pasado mes de mayo, 'se prepara para entregar la soberanía de Gibraltar a España'. El juego comienza de nuevo, siempre con la oposición de los gibraltareños, que se niegan a estar hoy en Barcelona para reanudar el proceso.

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