UNA CIGÜEÑA CON MOCHILA
Una cigüeña blanca procedente de Ruanda se adentró dos días después del pasado 11 de septiembre en el espacio aéreo de Burundi con una mochila a la espalda. Las fuerzas de seguridad del país centroafricano la capturaron y confirmaron que portaba un artilugio sospechoso. No era un bebé que 'traía de París'. La cigüeña Saturnina llevaba un radiotransmisor con una antena. Se investigó si espiaba para el enemigo. Lo cierto es que la comunicaba cada 53 segundos con los satélites Tiros de la NASA. Gracias a ese transmisor, los científicos de la Avian Demography Unit de la Universidad del Cabo, dirigida por Less Underhill, han averiguado a dónde fue a parar la superviviente de las cinco cigüeñas que soltaron en diciembre de 2000, para estudiar su migración. El informático de esta unidad surafricana de investigación, el chileno René Navarro, publica en su web (www.uct.ac.za/depts/stats/adu/wstork07.htm) el mapa del azaroso viaje de Saturnina desde que voló del nido. En mayo estaba en Zimbabue; en junio, en Zaire, cerca del lago Tanganika; en septiembre, en Ruanda, y de allí pasó a Burundi. La última señal la emitió desde una comisaría de policía, donde se supone fue detenida. Los científicos no saben si sigue viva. La peculiaridad de Saturnina es ser una de las pocas cigüeñas blancas nacidas en el hemisferio Sur. Las 800.000 cigüeñas blancas que pululan por África nacen en el hemisferio Norte y van al Sur a invernar. Pero en El Cabo, en el extremo sur de África, una decena de parejas crían allí y no emigran a Europa, como hacen el resto. La duda era: ¿adónde iban los pollos surafricanos, que desaparecían al salir del nido y sólo volvían unos pocos? Ahora se sabe. Nunca pensaron que averiguarlo costaría la cárcel al que desveló el misterio. Lo que no se sabrá es hasta dónde hubiera llegado de no ser interceptada.
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