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Crítica:Olga Guillot | CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Faltaba ella

Faltaba ella. Por supuesto que sí. Cuando los boleros vuelven por donde solían, Olga Guillot no podía quedar al margen de este nuevo renacer de la crónica sentimental de nuestros pueblos, de la que habló García Márquez.

Cuentan que ya sólo se presenta en ocasiones especiales. Pero no se ha retirado del todo porque es carne de escenario, de esas cantantes que se agigantan bajo los focos y se transmiten enteras. Así que ahí estaba la Guillot, sin importar edad o facultades, con su estilo único de decir el bolero. Vestido oscuro de lentejuelas, cabello corto y labios bien rojos, y una orquesta de cabaret o sala de fiestas, con 10 músicos de traje negro, camisa blanca, pajarita y atril.

Olga Guillot

Festival del Milenio. Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid, 18 de enero.

Con ella no hay confidencias a media voz. Se para en cualquier lugar del escenario brazos en alto o en cruz, desafiante, trágica, burlona, escéptica o curiosa. El suyo es bolero desgarrado, jadeante, gesticulante... Un culebrón sublime y canalla. Así canta el Soy lo prohibido, de Roberto Cantoral ('Soy ese vicio de tu piel que ya no puedes desprender') o espeta un 'te odio tanto que yo misma me espanto'. Dándole la razón al compositor puertorriqueño Curet Alonso, para quien el bolero sería un acto de agresión, de alevosía.

No olvidó a su Lola Flores querida, ni a sus sobrinas Lolita y Rosario, que la habían visitado poco antes en el camerino. Y recordó estar cumpliendo 64 años de carrera con motivo del primer disco que ha grabado en mucho tiempo, Faltaba yo, que dice haber dejado como testimonio suyo para que una tercera generación se arrulle.

Hizo canturrear al respetable la melodía de Miénteme, de Armando Domínguez, el éxito que la dio a conocer fuera de Cuba y la llevó a los mejores escenarios. Y hubo más boleros mexicanos: Adoro y Esta tarde vi llover, de Armando Manzanero; Voy, de Luis Demetrio, o Sabor a mí, de Álvaro Carrillo. Boleros de su segunda patria, desde que marchó de Cuba en 1961 con su hija de pocos meses. Y aunque una calle de Miami lleve su nombre, y la comunidad cubana de Florida la tenga en sus oraciones, no le hace ascos a cantar a quien permaneció en la isla: Contigo en la distancia.

El público, absolutamente entregado y buen conocedor, aplaudía las primeras palabras de prácticamente cada bolero. Uno de ellos, Tú me acostumbraste, de Frank Domínguez. La reclamaron y acabó por volver, pero ya no cantó más. Fue entonces cuando agarró el micrófono y explicó que se había caído por las escaleras en el hotel, que la habían traído en ambulancia al auditorio de la Castellana y que la estaban esperando en el Hospital Clínico para hacerle unas pruebas. Contó que le habían sugerido no acudir al espectáculo. 'Antes muerta que suspender', respondió a los insensatos la eterna Olga Guillot. Una estrella. Una de las cubanas más famosas de la historia. Diosa del bolero.

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