Problemático en la derrota
Rivaldo, entre lesiones y falta de afecto, duda ante el Liverpool
Ningún otro jugador explica tan bien lo que le ocurre al Barça como Rivaldo. Dichoso en la victoria, es un problema cuando hay que convivir con la derrota. El brasileño no pudo acabar el partido del Villamarín y ayer no compareció en el entrenamiento. El parte médico señala que sufre unas molestias en la rodilla derecha de origen meniscal. A día de hoy, no se sabe si estará a punto para recibir el miércoles al Liverpool. En otras circunstancias, no habría dudas sobre la alineación de Rivaldo, que ha jugado infiltrado e inyectado los partidos capitales, cuando el técnico le necesitó, que ha sido siempre. Ocurre esta vez, sin embargo, que nadie sabe qué pensar acerca del brasileño, después que el pasado martes anunciara: 'Ya no sé que más tengo que hacer para ganarme el cariño de la gente'.
A la que ha dejado de ser infalible, una parte de la hinchada la ha tomado con Rivaldo, que entre pitos y flautas, esta temporada se ha perdido 14 de los 43 partidos jugados. Futbolista que se explica por su productividad, tal que fuera una máquina, los números dicen que lleva sólo 13 goles (7 en la Liga y 6 en la Copa de Europa) cuando el año pasado por estas fechas sumaba 24. No marca desde el 6 de febrero, cuando la visita de la Real, día en que cumplió su partido 150 como azulgrana y se situó como sexto máximo goleador del club en la Liga (85).
A los 29 años, su caudal ofensivo ha disminuido desde que llegó al Camp Nou (1998) sin despedirse de A Coruña. Ora no se siente valorado, a deshora reclama el dinero que le deben y cada vez más está fatigado de tanto tute como lleva. Falto de autoestima y de carisma, la coyuntura jugaba a su favor para liderar al Barça y a Brasil y, sin embargo, no se desprende del sobrenombre de patapalo que le persigue desde la infancia en tanto que futbolista cuyo amor propio le ha llevado a ser más temido que querido.
Incapaz de representar a una cultura futbolistica, cuerpo extraño en cualquier equipo, Rivaldo sabe que, llegados a un punto sin retorno, necesita tanto al Barça como el club al jugador por muy a disgusto que estén el uno con el otro. La directiva ni le vende ni le renueva el contrato que acaba en 2003 sino que aguarda sus goles tanto como el propio Rivaldo. A más tardar, para el miércoles.
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