El Roma dimite en Anfield
El cuadro de Capello repudia el balón y el Liverpool lo supera sin alardes
Anfield no pudo rendir mejor homenaje al corazón frágil de Gerard Houllier. Contra los pronósticos, el técnico francés del Liverpool volvió a sentarse en el banquillo después de que un ataque cardiaco, al principio de la temporada, mientras presenciaba un encuentro, le obligara a guardar reposo. A los siete minutos del partido ya celebraba -controlando la emoción, sólo un ligero ademán con el puño derecho- el primer gol de su equipo. Y el baile. Porque ayer el Liverpool bailó al Roma, tan predispuesto a defenderse que prescindió del balón.
El Liverpool superó al Roma desde el medio campo con una facilidad chocante. No fue superior por técnica, pero sí porque se paró mejor en el campo, se desmarcó más, y entendió que el pase y la asociación son la chicha del juego. Litmanen se descolgó para triangular, y junto a Gerrard, Smicer y Riise dispusieron de la pelota y la movieron rápido y con intención violenta ante la mirada impávida de los pivotes defensivos del Roma. Ahí estaba la legión de Capello, los Lima, los Tommasi, los Emerson y los Assunçao. Todos bien tallados y ninguno con demasiado pie. Buenos para cerrar y pésimos para administrar la pelota. Ante ellos, los casacas rojas se movieron con verdadero instinto asesino, siempre apuntando al área de Antonioli.
LIVERPOOL 2| ROMA 0
Liverpool: Dudek; Xavier, Henchoz, Hypia, Carragher; Smicer (McAllister, m.83), Gerrard, Murphy, Riise; Litmanen (Biscan, m.82) y Heskey. Roma: Antonioli; Panucci, Samuel, Aldair, Candela; Tommasi, Emerson, Assunçao (Cassano, m.69), Lima (Montella, m.46); Totti y Batistuta (Delvecchio, m.46). Goles: 1-0, M.7. Penalti de Assunçao a Murphy, que convierte Litmanen. 2-0, M.64. Murphy saca una falta desde la izquierda y Heskey, que se eleva sobre Aldair, pica el balón junto a la cepa del palo de la portería italiana. Árbitro: Rune Pedersen (noruego). Amonestó a Tommasi y Xabier. Unos 42.000 espectadores en Anfield Road.El entrenador francés del Liverpool, Gerard Houllier, fue recibido como un héroe en el estadio por el público al reaparecer en el banquillo después de sufrir una crisis cardiaca en octubre pasado, durante un partido de Liga frente al Leeds United.
Los aspavientos de Capello, desesperado y dando botes en la banqueta, no se sabía si ponían de manifiesto la indignación contra la inoperancia de sus jugadores o la suya propia. Había previsto una alineación para aguantar metido atrás y el plan se le fue al traste en siete minutos. Sin el balón, el Roma quedó a merced de la pericia de Samuel para mover la zaga y el buen salto de Aldair para intimidar a Heskey. Delante, Batistuta y Totti deambularon con cara de desamparados, casi sin tocar la pelota.
El descanso descubrió a Batistuta como la víctima propiciatoria de Capello. En su lugar y en el de Lima entraron Delvecchio y Montella. Y, al poco, el ingreso del diez, Cassano, por Assunçao, rediseñó el dibujo italiano: dos delanteros, un media punta y dos extremos. De los cuatro centrocampistas-escoba se pasó a Emerson y Tommasi en el medio con dos delanteros en las bandas.
Tantos delanteros no solucionaron los problemas del Roma, que dispuso de la pelota, pero sin la suficiente profundidad. Es más, las dificultades se agravaron porque nada más hechos los cambios el equipo italiano recibió el segundo gol en forma de espectacular cabezazo de Heskey.
El gol de Heskey, que no hizo otra cosa en todo el encuentro, sepultó la última esperanza italiana. Roma, al menos tú no nos traicionarás, rezaba ayer La Gazzetta dello Sport, el principal periódico deportivo italiano. Pero no fue posible cumplir con la expectativa. El equipo de Capello era el último representante del calcio que quedaba en la Liga de Campeones tras la eliminación del Juventus y el Lazio. Hoy no quedan clubes italianos en la cima de Europa.
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