La obra de Luis de Pablo se enfrenta en dos versiones distintas
Xavier Güell dirige un concierto con obras del músico bilbaíno de la época de Damstadt
Las obras compuestas por Luis de Pablo (Bilbao, 1930) en Damstadt (Alemania) tienen vigencia plena. Él no reniega de estas piezas escritas entre los cincuenta y sesenta; es más, está dispuesto a escuchar mañana en el Auditorio Nacional de Madrid las dos versiones contrapuestas de una obra como Módulos, que será interpretada dos veces por la formación Proyecto Guerrero, que dirige Xavier Güell. 'Todavía no he escuchado las dos versiones, sólo he oído una. Pero no tiene por qué disgustarme, se hacen con indicaciones que he dado yo', asegura el músico.
Prolífico, polifacético, comprometido, amable, buen conversador... Luis de Pablo está ilusionado con el concierto de mañana. Xavier Güell mezcla sus obras Censuras, Comentarios a dos obras de Gerardo Diego y Módulos con Sonatine pour Yvette y Cinco invocaciones al crucificado, de Montsalvatge. Sus piezas datan de la época de Damstadt, un lugar donde la música alemana arrasada por la guerra trataba de abrirse al mundo y poner los pilares de su reconstrucción.
Allí, bajo la protección del profesor Steinecke, el organizador de los cursos musicales que se daban en pleno bosque en unas instalaciones prestadas por los adventistas del séptimo día, se reunían jóvenes y consagrados y discutían acaloradamente Stockhausen con Lygeti; Pierre Boulez con Luciano Berio; Olivier Messiaen con Bruno Maderna. 'Fue una experiencia muy enriquecedora, muy abierta', recuerda De Pablo. Eso cuando hacían bien la digestión porque la comida, recuerda De Pablo, era para echarse a temblar: 'La dieta era vegetariana, a veces caía una salchicha y pocos se atrevieron a tomar un postre entre negro y azulado que nos ponían todos los días, sobre todo cuando nos enteramos de que estaba hecho con un componente del alquitrán'.
Palestrina o Monteverdi
Pero, como dice él, 'pese a que intentaron pavimentarnos el estómago', e incluso, aunque tuviera que enfrentarse a algún nacionalista alemán de la peor calaña, que le negaba a un español la capacidad de crear música de vanguardia, De Pablo recuerda la época como excepcional. 'Aquello lo decían porque pensaban que era imposible romper una tradición que en España no teníamos'. Y es que durante 150 años, en el mundo musical ha predominado la idea de que la gran Alemania era única. 'Y Francia, Italia, Rusia, incluso, más que por la Escuela de Viena, la vanguardia, según algunos críticos se inició en París', asegura De Pablo. 'Una intérprete consagrada me dijo una vez: 'cuando se trata de interpretar la gran música...'. Yo ya sabía por dónde iba, por la alemana. Le dejé acabar la frase y pregunté: '¿Es que acaso no es gran música Palestrina o Monteverdi?'. No supo contestar'.
De Pablo es optimista con el nivel de composición en España. 'Hay una generación de jóvenes brillante y Madrid se está convirtiendo en un referente mundial', asegura al lado de Güell, quien a su vez anuncia la creación de una futura fundación para defensa de la música de nuestro tiempo que tendrá su sede en Madrid. De Pablo da una clave para tanta riqueza: 'Es la primera vez en la historia que se compone en España con conocimiento de la tradición', dice. Otra cosa es el folclor. Si algo consiguió la generación del 51, a la que pertenece De Pablo junto a otros, como Cristóbal Halffter o Carmelo Bernaola, es esto: 'Limpiamos la música española de ese elemento que ya es historia y que se creó para conformar el nacionalismo'.
Babelia
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