La mujer del César
De la mujer del César se decía que además de serlo tenía que parecerlo, pero en cualquier caso, lo más importante era que los demás así lo creyeran. Eso decimos algunos de la Administración de Justicia, que, además de ser independiente, debe de parecerlo dado que, para bien o para mal, en nuestros días, alcanza más importancia, más relevancia social, lo que parece, lo que nos creemos, que lo que en realidad es.
Pues bien, probablemente asesorados por la misma empresa de relaciones públicas que le llevó el asunto a Bin Laden, la Junta de Magistrados Jueces de Instrucción de Sevilla, adoptó recientemente el acuerdo de trasladar los Juzgados de Guadia a las dependencias del antiguo cuartel de la Policía en la avenida Blas Infante de Sevilla durante los días 20 al 24 de junio. No parece que inquiete en exceso a quienes diseñaron la medida, ni a quienes la propusieron, ni a quienes adoptaron la decisión, lo que nos parezca a los ciudadanos de merma de la independencia judicial el que en un mismo recinto se realicen las actividades policiales y judiciales, pero a quien suscribe, como primera medida, y desde una simple posición estética, la imagen del juzgado constituido en la sede policial, le produce una sensación similar a la de la imagen de un crucifijo investido con dos pistolas.
Sorprenden las razones de seguridad o, mejor dicho, de inseguridad alegadas
Resulta difícil criticar las argumentaciones en las cuales se apoya la medida, por la carencia de publicidad de las mismas, pero de lo que se ha filtrado, sorprende que las razones de seguridad, o mejor dicho de inseguridad alegadas, por cuanto se relaciona en forma directa la potencial inseguridad con el ejercicio de las libertades públicas por parte de los ciudadanos y, sobre todo, que esa relación se establezca cuando han llegado a Sevilla no sé cuantos miles de policías para garantizar la seguridad y me imagino, como no debe ser de otra manera, para garantizar el soberano ejercicio de las libertades públicas a todos aquellos ciudadanos que con el mismo o, probablemente, más derecho que los mandatarios europeos, quieren debatir, opinar, y que se les escuche. No termino de entender con mínima claridad esa previsión de que a más policías en la calle se diagnostique mayor inseguridad, motivo por el cual haya que trasladar los juzgados, sino que me parecería mucho más sensato pensar que con tanto personal dedicado a la seguridad, el Palacio de Justicia se convierte en un recinto seguro para la actividad de los Juzgados de Guardia y, sobre todo, es su recinto natural.
Se alegan razones de espacio; cuesta trabajo hasta entrar en tal motivo. Si en el Prado sólo hay espacio para equis número de personas, la solución es tan fácil como que las conducciones de detenidos se hagan desde la sede policial contando con tal eventualidad. En cuanto a la manifestación de que pudiera producirse un atentado terrorista, ¿cuál es la relación? ¿se van a cerrar el resto de los juzgados de la ciudad durante los días 20 al 24 o sólo se le va a dar protección a los jueces que estén de guardia de detenidos? Y finalmente, en esta carrera de sin razones, se ha alegado la proximidad del hotel, sede central de los dirigentes europeos, al Palacio de Justicia; no quiero ni pensar que el traslado de los juzgados se deba, entre otras razones, a la de disminuir el ruido en la zona donde dormirán los mandatarios europeos.
En resumen, lamento sinceramente que nuestros jueces hayan decidido abandonar su casa para instalarse, aunque sea provisionalmente, en la de aquéllos cuya actividad, en muchas circunstancias, deben fiscalizar, sirviendo de control y equilibrio. A quien suscribe le gusta poder sentir y, a ser posible, disfrutar de unos Jueces que sean y parezcan independientes, y que además todos nos lo creamos. Si ya se dijo aquello de 'Montesquieu ha muerto', en esta ocasión le han rematado un poquito más. Espero y deseo que nadie le tome gusto al cambio de sede.
José Antonio Bosch es abogado.
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