Una campaña irrepetible
La distancia de los años no ha borrado de la memoria de los protagonistas de entonces una sensación: la campaña electoral de 1977 fue irrepetible. En plena convulsión política, y con las páginas de la incipiente democracia todavía por escribir, los diferentes candidatos mantuvieron unas relaciones de cordialidad y de consensos mínimos sobre la necesidad de reconstruir el país que sólo se truncaron tras los resultados electorales. Un cuarto de siglo después todavía está abierto el debate sobre la importancia de aquellos comicios.
'En el País Valenciano tuvimos la desgracia de que no ganase la derecha', asegura Francesc de P. Burguera, número dos de la lista de UCD por Valencia, tras el ya fallecido Emilio Attard. 'En caso de que hubiese ganado la derecha', prosigue Burguera, hoy periodista, 'no se habría producido la batalla de Valencia con la guerra de símbolos y de la lengua'. 'La derecha ganadora no hubiese tenido que renunciar a la unidad de la lengua, que nunca negó, ni hizo de ella cuestión durante el franquismo; pero ganó la izquierda, y la derecha, sin mensaje político que ofrecer, sacó el tema de los símbolos, la lengua y el anticatalanismo', afirma Burguera. 'Attard no tenía dudas, Broseta tampoco y a Abril Martorell le daba igual, pero encontraron en ello un argumento falaz pero muy populista para oponerse a la izquierda', sentencia quien negoció con el que sería presidente de la comisión constitucional, Emilio Attard, la candidatura electoral de UCD por Valencia.
El senador socialista Antonio García Miralles, que encabezó la lista del PSOE por Alicante en 1977, no opina igual. 'Desde una perspectiva histórica fue un resultado muy útil porque dio una mayoría no absoluta a los reformistas del Gobierno [de UCD] y consolidó como alternativa al PSOE frenando las expectativas del PCE', indica García Miralles, 'y hubo también un fracaso de la concepción nacionalista porque la ciudadanía optó por consolidar el sistema de libertades'. El senador socialista recuerda que 'se creó un clima de consenso con dificultades en el País Valenciano, pero como la derecha no estaba aquí articulada y no tenía una salida clara, optaron por frenar el proceso autonomista'. 'España ha cambiado muchísimo. En esas elecciones no se pudo solucionar más de lo que se solucionó', señala.
En total, las urnas nominaron un selecto grupo de personas que representaron a los valencianos en el Congreso encargado de elaborar la Constitución. El PSOE obtuvo acta de diputado para José Luis Albiñana -hoy juez de vigilancia penitenciaria en Barcelona-, Jaime Castells -concejal en Benissa-, Joaquín Ruiz Mendoza, Enrique Sopena; Antonio Bisbal, Manuel Santolalla y Joan Pastor por Valencia; García Miralles, Joaquín Fuster, Asunción Cruañes e Inmaculada Sabater por Alicante; y Sotillo y Palmira Pla por Castellón. La UCD logró escaño para Attard, Burguera, Joaquín Muñoz Peirats, Francisco Javier Aguirre de la Hoz y José Ramón Pin por Valencia; Francisco Zaragoza, Luis Gámir -diputado del PP por Murcia-, Joaquín Galán y José Luis Barceló por Alicante; y Monsonís y Enrique Beltrán por Castellón. El PCE obtuvo dos puestos: Emèrit Bono en Valencia y Pilar Bravo en Alicante.
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