Una fotografía trucada
LA ATRONADORA CAMPAÑA organizada en 1964 por Manuel Fraga -ministro de Información y Turismo de la dictadura entonces- para celebrar los 25 años -'de paz'- soportados por los españoles desde la victoria de Franco es un pésimo precedente para cualquier aniversario acompañado de esa cifra. Sin embargo, la conmemoración de las primeras elecciones libres convocadas tras cuatro décadas de silencio autoritario está justificada: los coetáneos del acontecimiento podrán revivir la singularidad de aquel día, y las generaciones siguientes, aprender de su ejemplo. Pese al celo cortesano desplegado en noviembre de 2000 por algunos políticos e historiadores para solapar indebidamente la llegada del Rey a la Jefatura del Estado y el restablecimiento de la España democrática, la ejecución automática de las previsiones sucesorias dictadas por Franco en 1969 a favor de don Juan Carlos sólo fue el punto de arranque de la transición. Desmanteladas las instituciones autoritarias durante los once meses y medio de Gobierno de Adolfo Suárez, el 15-J es la fecha más adecuada para simbolizar el cierre de la transición.
La conmemoración de las primeras elecciones libres celebradas en España después de cuarenta años de dictadura está siendo utilizada por el PP para falsificar en su favor la historia de la transición
Las primeras elecciones libres significaron el comienzo de los nuevos tiempos democráticos. Si la reconstrucción del pasado por los historiadores refleja de forma sólo inconsciente los valores y las preocupaciones del presente, la lectura del ayer por los políticos de hoy carece de escrúpulos a la hora de proyectar retrospectivamente sus intereses partidistas. Así ocurre con la celebración por el Gobierno del 15-J: los populares no sólo desempeñaron un papel marginal en aquel acontecimiento, sino que hicieron campaña para negar a las Cortes el carácter constituyente.
El Partido Popular (PP) no es una secuela de Alianza Popular (AP), sino la misma formación política con un sustantivo diferente en su rótulo: el cambio de 1989 pretendió facilitar la búsqueda de socios solventes en el ámbito europeo. Creada por ex ministros y altos cargos de la dictadura, la AP de los siete magníficos fundada por Fraga presentó a las urnas candidatos de vigorosas convicciones franquistas (Carlos Arias Navarro aspiró sin éxito a ser senador por Madrid), opuestos a la elaboración de una constitución democrática y defensores de la mera reforma de la legislación franquista. Durante la campaña electoral, López Rodó -otro ex ministro del régimen- reprochó a Adolfo Suárez y a 'los señores de UCD' su ingratitud con el Caudillo y dirigió 'a cuantos colaboraron con Franco' el emocionado recuerdo de Julio César que Marco Antonio invocó ante los romanos en la obra de Shakespeare: '!Todos le amasteis alguna vez y no sin causa!'. El 15-J, los votantes dieron a los neo-franquistas el 8% de los sufragios (y el 6% en 1979).
El provechoso deslizamiento de los populares hacia el centro -sin abandonar la derecha- iniciado en 1982 y su actual reivindicación del legado de UCD cuadran mal con su enconada aversión hacia Adolfo Suárez y su partido en 1977. El 25º aniversario del 15-J está sirviendo al PP para remediar ese desajuste mediante la manipulación de la memoria: el oportunismo político llama en su ayuda al oportunismo historiográfico. No hace falta demasiada malicia para suponer que la cooptación desde arriba de Adolfo Suárez Illana a la dirección del PP dictada por Aznar en el último congreso popular y su posterior designación -también digital- como candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha está al servicio de esa estrategia. La falsificación estaliniana de la historia borró trágicamente del álbum gráfico de la Revolución de Octubre a Trotski, Zinoviev y Bujarin. Los dirigentes del PP están aplicando al mismo objetivo de adulterar el pasado una táctica inversa y bastante cómica: el trucaje de las fotos de la transición para introducir sus propias siluetas en el paisaje, aunque sea con la ayuda del fichaje estelar de hijos de políticos que contribuyeron de forma decisiva -como Adolfo Suárez González- a esa completa ruptura con el franquismo que AP trató de impedir el 15-J.
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