Luz verde a la autovía más ecológica
Las compensaciones despejan cuatro años de espera en la autovía del Estrecho
Debería estar en servicio desde hace un año. Se hubiera evitado el colapso de la N-340 que carga el intensísimo tráfico de Algeciras (cuatro millones de pasajeros al año y 53 millones de toneladas de mercancías), con retenciones de hasta cinco horas como sucedió en agosto pasado. Así lo preveía un acuerdo de 1994 entre la Junta de Andalucía y el Ministerio de Obras Públicas para convertir en autovía la carretera entre Jerez y Algeciras.
Ocho años después de aquel compromiso, sólo 34 kilómetros han entrado en servicio; 46 están en obras y el trazado del primer tramo está por definir en función de su enlace con la autopista Sevilla-Cádiz y la N-IV.
La consejera de Obras Públicas de la Junta, Concepción Gutiérrez del Castillo, se ha comprometido a concluir la autovía en dos años. Para su departamento ha sido un desafío que ha puesto a prueba un nuevo modelo de relación entre los ingenieros y el medio natural. No hay precedentes de ninguna otra autovía o autopista sometida a los condicionantes que exige atravesar un territorio natural protegido al más alto nivel; el parque natural de los Alcornocales, uno de los parajes más extensos y de más alto valor ecológico del sur peninsular.
La corrección de los trazados otorga un 30% de permeabilidad a la fauna del parque
Casi la mitad de los 90 kilómetros del trazado, conocido como 'La ruta del toro', parten en dos el parque, un detalle casi irrelevante en 1994, cuando se firmó el convenio. Ministerio y Junta pensaban entonces desdoblar la carretera y repartirse el coste. Concluida su construcción, la Junta cedería la titularidad de la autovía al Estado y éste revertía a la Junta la N-340, una vez desdoblada con cargo a sus presupuestos.
Nada más ponerse a trabajar, la Junta se dio cuenta de la imposibilidad de cumplir el pacto. La Unión Europea no aceptaba financiar un desdoblamiento de 90 kilómetros a través de un parque natural sin más, sin estudiar su impacto ambiental y corregirlo. La Consejería de Medio Ambiente de la que entonces era titular José Luis Blanco, natural de la zona, se sumó para impedirlo.
Así fueron pasando años, con los accesos al puerto de Algeciras cada vez más congestionados (53 millones de toneladas y cuatro millones de pasajeros al año) y sin ninguna vía despejada de conexión... hasta que la Junta optó por firmar un convenio en 1998 con la Estación Biológica de Doñana para que le facilitara qué debía hacer con tal de desatascar la travesía de Los Alcornocales sin causarle un daño irreversible.
Puestos a ello, los biólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del que depende la Estación, establecieron un paquete de medidas preventivas para el diseño de los trazados (se estudiaron 53 alternativas) y las compensaciones paliativas de los impactos directos y difusos de una obra de estas dimensiones en un territorio de alto valor natural. Así unas obras presupuestadas inicialmente en 278,2 millones de euros (46.300 millones de pesetas) costarán 475 millones (79.000 millones de pesetas), casi el doble.
Una parte importante de este sobrecoste (99 millones de euros) se debe a las correcciones del trazado donde se han habilitado pasos subterráneos, falsos túneles (el más largo de Europa), vías para ganado y fauna, así como el curso de ríos y arroyuelos, dado que es una de las zonas de mayor pluviosidad de la Península. Se ha conseguido así un índice de permeabilidad del 30%. Se han corregido las pendientes de las trincheras y los terraplenes y se han trasplantado más de mil ejemplares de alcornoques, lentiscos y acebuches.
Para la consejera de Medio Ambiente, Fuensanta Coves, la A-381 es la 'primera autovía ecológica de Europa'. Asegura que han hecho el mejor proyecto posible por un territorio de extraordinaria belleza, muy poco antropizado y situado en la confluencia de dos continentes. Ahora es transitada por 7.000 vehículos diarios. Cuando se abra al tráfico serán más de 23.000. La grieta de 40 kilómetros de largo y 60 metros de ancho en Los Alcornocales ocupará 17.000 hectáreas de las 170.000 que pertenecen al parque. Esta intromisión se intenta compensar con varios proyectos dirigidos por el biólogo Miguel Ferrer, valorados en siete millones de euros como la habilitación de espacios para reintroducir especies desaparecidas aquí; el águila pescadora, el lince o el águila imperial. Ya han llegado los primeros polluelos de esta última con los que se intenta retomar un proyecto que Ferrer había puesto en marcha con la financiación de Fungesma, suspendido por discrepancias con el Ministerio de Medio Ambiente.
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