'Impedir un tratamiento por creencias religiosas es una forma de integrismo'
Bernat Soria, el pionero mundial en el uso de células madre embrionarias contra la diabetes de tipo I -una enfermedad que afecta a 3.000 nuevos pacientes españoles cada año, casi todos niños y jóvenes-, se ha tenido que emplear a fondo para sortear al Gobierno de su propio país, que ha hecho todo lo posible por impedir que siguiera adelante con sus investigaciones. Soria, director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández (Elche), se ha visto forzado a distribuir su proyecto entre ocho laboratorios de cinco países, pero ha conseguido que Bruselas le dé la razón: la Comisión Europea le ha financiado con 2,1 millones de euros, en la primera partida europea dedicada a las células madre de embriones humanos.
'Hubo presiones de Sanidad sobre el rector, el decano, catedráticos amigos y conocidos...'
'Es prudente predecir que los ensayos clínicos empezarán en un plazo de cinco años'
Pregunta. ¿Por qué le apoya la UE y no el Gobierno español?
Respuesta. La UE nunca ha cuestionado la investigación con células madre embrionarias. El grupo de Ciencias de la Vida de la Comisión Europea la apoya, y el comisario Philippe Busquin siempre se ha mostrado a favor. Lo único que impide que la UE financie estas investigaciones es que el país destinatario las tenga prohibidas. La Comisión Europea no puede costearlas en un país en que no sean legales.
P. ¿Considera que el Gobierno ha obstaculizado sus investigaciones?
R. Eso no es una consideración, es un hecho. Yo tenía un proyecto de la Juvenile Diabetes Foundation de Nueva York, y me hubiera bastado con que el Gobierno no hubiera hecho nada. Pero, aunque en mi universidad no hay ningún escrito en el que se me prohíba seguir con el trabajo, lo cierto es que hubo presión de varios miembros del Ministerio de Sanidad sobre el decano, el rector, el vicerrector, catedráticos amigos y conocidos...
P. ¿Llamaría a eso una campaña de intimidación?
R. Pues hombre, el Ministerio de Sanidad es nuestra autoridad, y si una autoridad pide un informe en menos de dos horas y hace toda esa batería de llamadas, eso genera una cierta... presión, digamos. Esa presión revela la inseguridad jurídica que sufrimos los investigadores en este campo. Algunos magistrados del Consejo General del Poder Judicial me han confirmado que se están utilizando interpretaciones de una ley concebida con otros propósitos para cuestionar estas investigaciones. Otros juristas interpretan que la ley española no prohíbe trabajar con células madre, ni tampoco la clonación terapéutica. Pero otra cosa es que uno tenga la espada de Damocles de que le puedan cerrar en laboratorio, o cancelar la línea de investigación. Algunos altos funcionarios de la Administración me han dicho: tú hazlo y ya está, pero eso no es forma de hacer investigación seria.
P. ¿A qué atribuye la actitud del Gobierno?
R. No a razones científicas, desde luego. Más de 50 premios Nobel se han dirigido a Clinton y a Bush para pedirles que apoyen este tipo de investigación. Me figuro que la actitud del Gobierno se deberá a razones religiosas, pero no lo sé con certeza. Son ellos quienes tienen que explicar esa actitud.
P. ¿Qué le diría a quienes se oponen a estas investigaciones aduciendo que un embrión de menos de 14 días es ya una vida humana?
R. Precisemos. Vida humana es cualquier célula humana. Pero ser humano es un concepto distinto. Sostener que un embrión es un ser humano no es más que una creencia religiosa. Toda creencia es respetable, pero no se puede legislar para todos los ciudadanos basándose en las creencias de algunos. Una creencia no debe impedir a un enfermo la posibilidad de un tratamiento. Si hay alguien que tiene esa creencia, lo razonable es que él no acepte el tratamiento cuando exista. Pero impedir ese tratamiento a los demás -a quienes no comparten ese punto de vista- aduciendo creencias religiosas es una forma de integrismo, una actitud muy lejana de los principios que suelen orientar a las sociedades occidentales.
P. ¿Se considera usted un perseguido científico?
R. Soy un modesto trabajador de laboratorio. Hay muchas dificultades para hacer ciencia en este país-falta de inversión, carencia de infraestructuras, atraso secular-, y ésta es una más.
P. Hay voces que se oponen a la clonación terapéutica porque temen que abra la puerta a la clonación reproductiva.
R. Es la teoría ética de la slippery slope, la pendiente resbaladiza. Pero un bisturí no es bueno ni malo: en manos de un asesino quita vidas, y en manos de un buen cirujano las salva. No prohibamos los bisturís. Sería una insensatez.
P. ¿Cómo es su contacto con los pacientes de diabetes?
R. Yo ejercí la medicina antes de dedicarme a investigar, presido la Sociedad Española de Diabetes, y siempre he tenido contacto con los pacientes de esa enfermedad. Los mensajes que recibo de ellos son de aliento. Sé que están recogiendo firmas para la llamada Plataforma de Apoyo a Bernat Soria, que denominaron así contra mi voluntad -yo les sugerí que la llamaran Plataforma en Apoyo de la Investigación con Células Madre-, pero mi relación con ellos es muy buena, y tienen toda mi simpatía.
P. ¿Qué esperanzas tiene de encontrar un tratamiento?
R. La línea de células madre debe enmarcarse en un programa de trasplante de islotes (tejidos pancreáticos) de cadáveres, cuya inexistencia en España es una vergüenza. Esos trasplantes ya curan la diabetes, como ha demostrado Jim Shapiro, y deben ponerse en marcha. Las células madre son una fuente alternativa de tejidos: imprescindible, porque nunca dispondremos de suficientes donantes para asegurar el tratamiento a los 3.000 nuevos casos de diabetes de tipo I que se declaran en España cada año, y eso sin sumar a los de tipo II que también podrían beneficiarse de ello.
P. ¿En qué plazo podrían arrancar los ensayos clínicos basados en células madre embrionarias?
R. Tendremos células humanas productoras de insulina en un plazo de 12 a 24 meses, y es prudente predecir que los ensayos clínicos empezarán en unos cinco años.
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