Rabat quiere negociar todos los temas de conflicto con España
Palacio viaja a Marruecos para firmar un acuerdo que garantice el 'statu quo' tras el desalojo de Perejil
Marruecos parece buscar una ventaja estratégica ante las conversaciones que mantendrán hoy en Rabat la ministra de Exteriores española, Ana Palacio, y su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, para poner fin al contencioso sobre la isla Perejil, desalojada por el Ejército español el sábado pasado. Palacio acude a Rabat con la intención de cerrar un acuerdo que garantice el statu quo del islote; es decir, que formalice la desmilitarización garantizada por EE UU. Pero el secretario de Estado de Exteriores marroquí, Taieb Fassi-Fihri, anunció ayer que las negociaciones no sólo deben limitarse al conflicto por el 'islote marroquí', sino que tienen que ampliarse a todas las cuestiones que 'perturban' las relaciones entre ambos países.
Las conversaciones comenzarán a las once de la mañana, hora local (la una de la tarde hora peninsular española), y la propuesta de orden del día presentada por España gira básicamente en torno al regreso al statu quo anterior al 11 de julio en la isla Perejil. No está previsto que se firme nada, pero sí que se escenifique este acuerdo. Anoche este orden del día no había recibido la aprobación de Marruecos.
En declaraciones a la agencia France Presse, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores marroquí, Taieb Fassi-Fihri, ha precisado que las discusiones entre España y Marruecos se referirán no sólo al islote, sino también a todas las cuestiones que han 'perturbado' las relaciones entre ambos países. Entre otros, Rabat parece intentar incluir dentro de los temas de las conversaciones la situación del Sáhara Occidental, que debe ser revisada a fin de mes por Naciones Unidas; el incremento de la inmigración clandestina en el Estrecho, del que España culpa a Marruecos, o la concesión de prospecciones petrolíferas a compañías españolas en un sector marítimo próximo a Canarias, que el Gobierno de Rabat considera parte de sus aguas territoriales.
La información difundida por la agencia de noticias francesa no hace mención a un eventual retorno de los respectivos embajadores. El de Marruecos, Abdesalam Baraka, abandonó Madrid el pasado mes de octubre, y el de España, Fernando Arias Salgado, salió de Rabat con destino a Ceuta a última hora de la noche del pasado día 16, pocas horas antes de la intervención militar española para desalojar a las fuerzas marroquíes desplegadas en Perejil. Sí cita el creciente coro de voces que, en la clase política y los medios de comunicación marroquíes, han aprovechado la crisis del islote para reabrir el debate sobre la 'presencia colonial' española en la costa del norte del país, en la que se incluye, además de Ceuta y Melilla, las islas Chafarinas y los peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera.
Marruecos esperó el sábado a que EE UU y España anunciasen el acuerdo para volver al statu quo en Perejil antes de difundir bien entrada la noche un comunicado oficial en el que no se mencionaba ningún pacto o arreglo y se anunciaba lacónicamente la salida de las tropas españolas del 'islote marroquí', sin hacer mención a la situación de hecho anterior al 11 de julio, día en que soldados marroquíes se asentaron en la isla. Tanto la declaración de Colin Powell en Washington como la del Ministerio de Exteriores español en Madrid hacían hincapié en la existencia de un 'acuerdo' para volver al statu quo anterior, sin contener alusiones al orden del día de las conversaciones de hoy en Rabat
En este escenario, Marruecos y España afrontan la cita con criterios aparentemente enfrentados. Ana Palacio acude con la intención de cerrar un acuerdo para el mantenimiento del statu quo del islote. Un criterio reiterado ayer por el ministro de Interior, Ángel Acebes, en declaraciones a Abc: 'Palacio y Benaissa se sentarán para firmar un compromiso en los términos de la recuperación del statu quo, la postura expresada por España'. Rabat, en cambio, todavía no ha expresado su fidelidad a ese principio, y tanto fuentes oficiosas como oficiales insisten en que el acuerdo logrado por Powell sanciona la marroquinidad de Perejil.
Pero el hecho de que las fuentes marroquíes siguieran desmintiendo que Benaissa garantizara en días pasados que Marruecos no volverá a invadir Perejil indica que, más que un acuerdo bilateral, lo que hubo el viernes fue una garantía de desmilitarización del contencioso impuesta por Powell, y que las partes tendrán que cerrar hoy todos los demás aspectos.
El futuro de Ceuta y Melilla, único tema del que España ha dicho que no hablará en ningún caso, no está en principio en esa lista de cuestiones. Por lo demás, una vez resuelta la cuestión fundamental del statu quo, Palacio no tendría reparo en hablar de la inmigración, del tráfico de drogas a través del Estrecho o de todas las demás quejas acumuladas por Rabat. Incluso el Sáhara puede ser comentado, aunque el Gobierno dice que no está dispuesto a cambiar su posición por presiones de Marruecos
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