Bush inicia una ofensiva política para incorporar a Arabia Saudí a un ataque contra Irak
El presidente egipcio dice que Riad no participará 'nunca' en una ofensiva contra Sadam
Bush necesita ganarse a Arabia Saudí antes de ir a la guerra contra Irak. La importancia de los saudíes, muy criticados y hasta considerados 'enemigos' por el ala más dura del Gobierno estadounidense, se reflejó ayer en los honores dispensados por Bush al embajador de Riad en Washington. El embajador, príncipe Bandar bin Sultan, fue invitado a pasar la jornada en el rancho presidencial de Crawford (Tejas), un trato que hasta la fecha sólo habían recibido líderes como Blair o Putin. La cuenta atrás hacia la guerra parece acelerarse en EE UU, pese a la oposición de árabes y europeos.
El príncipe Bandar bin Sultan ocupa el cargo desde 1983 y es el decano de los embajadores en Washington, conoce bien a la familia Bush por las conexiones saudíes de sus negocios petroleros, y fue un constante interlocutor del padre del actual presidente durante la guerra del Golfo. 'Es un amigo y el presidente está a gusto con él', dijo ayer Ari Fleischer, el portavoz de la Casa Blanca. El hecho de que Bin Sultan acudiera al rancho de Tejas con su esposa y sus hijos no enmascaró, sin embargo, la trascendencia política del encuentro, precedido de una llamada telefónica de Bush al hombre fuerte del régimen de Riad, príncipe Abdalá.
La Casa Blanca no quiso revelar el contenido de la llamada ni el de las conversaciones. La Agencia de Prensa Saudí, controlada por Riad, difundió frases del presidente. Según dicha agencia, Bush minimizó la importancia de un estudio presentado ante altos mandos del Pentágono en el que se calificaba a los saudíes de 'soporte financiero' del terrorismo y se aconsejaba considerarles como enemigos. 'Esos comentarios no reflejan la fuerza y solidez de nuestra relación', dijo Bush. 'Sólo reflejan la opinión de la persona que los formuló [un analista de la Rand Corporation] y no pueden afectar a la eterna amistad entre los dos países'.
La iniciativa de Bush coincidió con nuevas muestras de oposición a la guerra por parte de gobiernos árabes. Qatar, un pequeño emirato donde EE UU dispone de tres bases, afirmó que no participaría en una agresión contra Irak. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, afirmó por su parte que Arabia Saudí no accedería 'nunca' a cooperar con un ataque contra Irak 'en las actuales circunstancias'.
Adel al Jubeir, asesor diplomático del príncipe Abdalá, insistió antes de la visita en que Riad mantenía su negativa a permitir el uso de su territorio como base para un ataque, y adelantó los argumentos de Bin Sultan: Arabia Saudí no podía apoyar en solitario a EE UU porque eso reduciría su liderazgo religioso; ni creía oportuno abrir un nuevo frente bélico en Oriente Próximo mientras se registraran 'continuas atrocidades contra los palestinos'; ni consideraba que la guerra estuviera justificada.
El vicepresidente Dick Cheney formuló el lunes por primera vez el punto de vista de los que, como él o el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, presionan a Bush para que ordene una invasión. En un discurso ante una convención de veteranos, Cheney acusó a Sadam de constituir 'una amenaza mortal' y calificó de 'ciegos' a quienes se oponían a la guerra. Si no se acababa de inmediato con el actual régimen iraquí, dijo, Husein seguiría rearmándose. 'La inacción podría tener consecuencias devastadoras para muchos países, incluido el nuestro', afirmó.
Bush cree disponer de manos libres para dar la orden de ataque, sin requerir autorización del Congreso. Eso le dice su asesor legal, Alberto Gonzales. Varios parlamentarios de alto nivel proclamaron ayer, sin embargo, su potestad de decir 'sí' o 'no' a la guerra. 'El presidente necesita la aprobación del Congreso', afirmó Dick Gephardt, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes. 'Creo que Gonzales tiene razón y que el presidente puede decidir como comandante jefe, pero también creo que cualquier guerra iniciada sin un mandato explícito del Congreso tendría menos posibilidades de éxito', comentó el republicano Henry Hyde.
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