'Maestría' caldeó el ambiente del Alcázar con su flamenco documentado
Dorantes, el pianista flamenco de 33 años miembro de una dinastía gitana con nombres tan significativos como Perrate, Peña o El Lebrijano, cautivó a la afición en la Bienal de 1996 con Ventanales. El compositor y pianista ha esperado seis años para volver a la Bienal y estrenará esta noche en el Real Alcázar Sur, su nuevo trabajo en el que colabora la cantaora Esperanza Fernández. Las entradas están agotadas.
'He querido esperar hasta tener algo nuevo para volver a esta cita que para mí es esencial. Es una obra que, como todo lo que hago, parte de los cimientos del flamenco. En el disco (editado por Emi) he contado con la voz de Esperanza Fernández, la percusión de Tino di Geraldo y la Orquesta Sinfónica de Sofía (Bulgaria)', comenta David Peña Dorantes. La cantaora sevillana, embarzada de su segundo hijo y que está a punto de salir de cuentas, no ha podido resistir la tentación e interpretará tres temas esta noche. 'No sé si tendrán que poner una ambulancia en la puerta. Si naciera después del concierto sería lo ideal', comentó la cantaora siempre dispuesta a involucrarse en proyectos novedosos.
'En ningún arte se puede parar la creatividad. Para qué le vamos a poner cadenas a los artistas si la imaginación es lo único incontrolable. En el flamenco hay que avanzar, pero siempre con respeto hacia la obra existente', comenta Dorantes, quien en sus actuaciones por el extranjero se suele enfrentar a la suspicacia del público ante el piano.
'Yo soy flamenco, eso es lo importante; el instrumento, es lo de menos', sentencia.
El flamenco tiene muchos lastres y uno de los peores es el nivel de improvisación de algunos artistas que, aunque buenos, sólo conocen lo suyo y no se preocupan de mejorar, ni siquiera de ensayar. Maestría, el concierto del pasado jueves en el Real Alcázar de Sevilla, demostró que la profesionalización del flamenco no está reñida con la inspiración, sino que la engrandece. El cante de José de la Tomasa, Calixto Sánchez y Chano Lobato y el baile de Milagros Mengíbar calentaron el ambiente en el Alcázar. El público, más receptivo que en los dos recitales anteriores, se quedó embelesado con el portento de voz de José de la Tomasa y con las granainas en las que Calixto Sánchez contó la historia de amor de un antiguo inquilino del palacio, el rey Almutamid, acompañado por 'esa maravilla de guitarra de Manolo Franco', según una aficionada de Marbella.
La gracia de Chano Lobato, que a sus 75 años le jalearon: 'Estas mejor que nunca', y la sobriedad y elegancia del baile de Milagros Mengíbar redondearon la noche.
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