'Una exposición debe organizar la mirada, no sólo mostrar objetos'
A Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964) le gusta diluirse en su obra, desaparecer como creador. De las esculturas con las que comenzó en los ochenta ha pasado a la dirección artística de espectáculos de vanguardia dentro del flamenco, a publicar ensayos, impartir talleres de arte, liderar proyectos multidisciplinares o formar un archivo iconoclasta. Dos de las últimas creaciones de este transgresor de géneros pueden verse actualmente en Sevilla y Valencia. Firma la dirección artística de Galvánicas, espectáculo que se estrenará en la Bienal de Flamenco de Sevilla el 27 de septiembre, y participa en la exposición Culturas de archivo: memoria, identidad e identificación, abierta hasta el 29 de septiembre en La Nau (Universidad de Valencia).
PREGUNTA. Su proyecto Archivo F. X. relaciona las vanguardias artísticas con las imágenes de la iconoclastia política en España, conceptos que aparentemente no tienen nada en común. ¿Cómo establece la comparación?
RESPUESTA. Es un juego visual que tiene relación con la simetría. En 2000 empecé a crear un archivo de imágenes sobre la iconoclastia política en España entre 1845 y 1945. Son fotos de iglesias quemadas, imágenes destrozadas, pintadas anticlericales o pantomimas de misas. He clasificado estas imágenes con terminología de la historia más radical de las vanguardias artísticas, para mí esta acción es una forma de legitimar esas imágenes iconoclastas. Una forma de leer las imágenes para romper la lógica de un archivo.
P. Sus incursiones en el flamenco, que comenzaron en 1995 con Chano Lobato, van en aumento hasta el punto de que su otra gran línea de trabajo es el proyecto Máquina P. H.
R. Siempre me ha interesado el flamenco como aficionado, pero desde que colaboré con el bailaor Israel Galván en Los zapatos rojos (1998) me lo he planteado como una parte esencial de mi trabajo. Empecé a ver coincidencias con la historia del arte y comencé a sistematizar las relaciones con esa cosa un poco orgánica que se expande y se contrae por todo tipo de territorios y que se llama flamenco.
P. ¿Le ha servido el mundo del flamenco para lograr su objetivo: la ausencia del autor en la creación?
R. Crear máquinas de trabajo es un sistema para disolver la idea de autoría. El arte moderno está marcado por la trayectoria del individuo, frente al flamenco, en el que las ideas surgen del choque de los artistas y los procesos creativos son colectivos.
P. ¿Necesita el mercado del arte renovar sus conceptos?
R. Actualmente el arte no tiene como fin producir un objeto o una mercancía, pero todo es mercadeable. La lógica con la que hasta ahora ha funcionado el mercado está en crisis y se plantean otras vías como la experiencia teatral.
P. ¿Piensa que el público entenderá estos cambios de formato?
R. Creo que la gente sí entiende el arte contemporáneo. El problema viene cuando se trata de valorar lo que ve y ésa debería de ser la función de las exposiciones. Deberían contribuir a organizar la mirada, no limitarse a mostrar objetos como se suele hacer.
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