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Las paradojas del Estado de bienestar

Las elecciones celebradas ayer en Suecia han puesto de manifiesto más que nunca la crisis del Estado de bienestar. Los socialdemócratas, que han gobernado durante los últimos 60 años, a excepción de los periodos entre 1976 y 1981 y entre 1991 y 1994, han modelado la forma de pensar y los hábitos de la mayoría de la población. Pero la fórmula de un Estado asistencial, preocupado por la suerte del individuo desde la cuna a la tumba y financiado mediante una presión fiscal de las más altas del mundo, vive desde mediados de los noventa una lenta agonía. Resolver sus contradicciones y excesos será una de las tareas prioritarias del futuro gobierno.

El sistema social, que ha tenido un éxito formidable, se ve sometido a la presión de la globalización empezando por las fuerzas del mercado del resto de Europa, por el desapego de parte de la juventud que se siente prisionera en la jaula de oro del papá Estado y por la picaresca cada vez más generalizada de la población.

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Así, por ejemplo, las bajas laborales por enfermedad se han convertido en una auténtica epidemia nacional. Hasta el punto de que el año pasado uno de cada siete suecos no trabajó por motivos de salud (estrés, depresión...). Un fenómeno que se engulle nada más y nada menos que el 14% de los gastos del Estado, más que la suma de los presupuestos de Educación y de Defensa. No es extraño, pues, que si se pregunta por un funcionario, la telefonista responda con toda naturalidad: 'El señor X estará enfermo hasta el 1 de diciembre'.

Excedencias pagadas

Otro tanto ocurre con las excedencias de trabajo. El actual sistema permite que si se está sindicado y se justifica un empleo fijo durante seis meses, se pueda disfrutar de un año de asueto recibiendo el 85% del salario. Esto hace que haya bastante gente que desarrolle su carrera laboral a base de encadenar periodos de seis meses. También hay quien vive sin trabajar mediante el simple procedimiento de tener un hijo cada año, y esto lo saben bien los inmigrantes. El Estado otorga una ayuda de 1.173 coronas (unos 130 euros) y hasta un año de baja por maternidad.

Asimismo, dado que los impuestos alcanzan el 50% del sueldo y, por tanto, la gente no tiene demasiados motivos para ganar una corona más en la legalidad, se ha extendido como una mancha de aceite el pluriempleo en trabajos negros. Como decía con humor un latinoamericano que lleva dos años trabajando sin papeles en Estocolmo y se mueve como una ardilla en el bosque del bienestar, 'en este país le dan plata a un gallo alcohólico por tomar'. Ya se sabe que, como dijo Billy Wilder, 'nadie es perfecto'. Tampoco en Suecia.

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