Unidades de élite tienen orden de asesinar a los jefes terroristas
La segunda fase de la 'guerra contra el terrorismo' va a ser mucho más intensa e incluirá asesinatos de líderes de Al Qaeda y otras misiones clandestinas. El Pentágono ha encargado al Comando de Operaciones Especiales (SOCOM) de Tampa, Estado de Florida, dirigir esta fase, y para empezar ya ha desplazado a 800 miembros de sus fuerzas a Djibouti, y otro contingente similar a Yemen, Pakistán y Georgia. La ofensiva tiene un carácter global, aunque de momento se concentrará en esos países, según ha trascendido de fuentes militares.
Los comandos están integrados por soldados de los Navy SEAL (SEAL son las siglas de tierra, mar y aire), la supersecreta Delta Force y unidades paramilitares de la CIA. Muchas de estas tropas llevan meses operando en Afganistán, Pakistán y Yemen, pero el Pentágono ha decidido ampliar su protagonismo y convertirlas en el arma principal de la lucha antiterrorista.
El cambio de estrategia se debe a que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, estaba cansado de la ineficiencia del sistema anterior, en el que los comandantes regionales dirigían conjuntamente la guerra convencional y la encubierta. Ahora ha consolidado el mando bajo el general Charles Holland, director de SOCOM, y ha dejado al general Tommy Franks (también en Tampa) a cargo de las operaciones de Afganistán y de la futura guerra en Irak.
El objetivo fundamental del Comando de Operaciones Especiales serán los líderes de Al Qaeda y otros grupos terroristas asociados. Las órdenes que tienen son muy concretas: capturarlos o matarlos. Según la cadena CNN, el propósito de estacionar las fuerzas especiales en Djibouti es facilitar las incursiones en el vecino Yemen y, posiblemente, Somalia.
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