Más diversificación, más estabilidad
El deterioro de la confianza de los inversores derivado de los escándalos financieros y contables, las numerosas y cuantiosas quiebras y suspensiones de pagos, las incertidumbres que rodean a algunas economías latinoamericanas y los problemas específicos de algunos sectores (telecomunicaciones o seguros) han hecho mella en las cotizaciones de las instituciones financieras y sus beneficios. No obstante, ante un panorama tan sombrío, resulta llamativa la relativa estabilidad de los sistemas financieros desarrollados. En parte, ello se debe a que las entidades financieras han enfrentado esta situación con unos niveles de solvencia relativamente elevados. A final de 2001 sólo el 16% de los cien mayores bancos del mundo presentaba ratios de capital inferiores al 10%. Sin embargo, también se están barajando otras explicaciones que apuntan a una mejor reasignación de riesgos entre los diferentes agentes económicos y financieros.
La mayor diversificación de los riesgos entre agentes económicos y financieros redunda en una mayor estabilidad financiera
Una de ellas, señalada por el FMI en su último Informe de Estabilidad Financiera Global, es el aumento de la participación de la renta variable en los activos financieros de los hogares. Aunque una mayor exposición de las familias a la Bolsa aumenta la sensibilidad de la coyuntura a la evolución bursátil, también contribuye a que los riesgos financieros se distribuyan entre agentes con patrones de inversión y de reacción tan heterogéneos como las familias y la banca.
Otro argumento en una línea semejante se refiere a los denominados derivados de crédito (instrumentos cuyo rendimiento depende de factores de riesgo asociados con la calidad crediticia de un deudor). De esta forma, por ejemplo, un banco podría 'protegerse' del riesgo de que quiebre una empresa a la que ha concedido un préstamo transfiriendo el riesgo a un tercero mejor preparado para asumirlo. Según la Asociación Bancaria Británica, el crecimiento de los derivados de crédito es espectacular. A final de 2002 se prevé que su saldo alcance 1,9 billones de dólares frente a 180.000 millones de 1997. Los riesgos que las instituciones tratan de diversificar por esta vía son más los corporativos (60%) que los soberanos (15%), lo que también representa un cambio importante respecto a hace unos años, cuando estos últimos suponían casi la mitad del mercado. Un reflejo de que la extensión de su uso llega en 'buen' momento lo demuestra el que 23 de las 25 entidades líderes en ese mercado han tenido en 2002 algún evento crediticio que ha 'disparado' el recurso a la protección especificada, demostrando así la utilidad de estos nuevos instrumentos.
Todos estos elementos pueden estar actuando de contrapeso a los riesgos que se ciernen sobre la estabilidad financiera, lo que aporta una pequeña nota de optimismo en una coyuntura muy incierta.
Carmen Hernansanz, economista-jefe de Banca, Sistema Financiero y Nueva Economía del Servicio de Estudios del BBVA.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.