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Reportaje:CANARIAS, EL INVIERNO A 20 GRADOS

Isla Baja, rincón secreto de Tenerife

Hoteles y pueblos con encanto en el litoral noroeste de la isla

Por Isla Baja se conoce el litoral noroeste de Tenerife, a los pies del macizo de Teno, en el que se esconden joyas naturales tan singulares como la Punta de Teno y los acantilados de Los Gigantes, con sus casi 600 metros de horizontalidad vertiginosa y oscura. Es ésta una de las pocas zonas aún no excesivamente profanadas por la presión urbanística (y a salvo del cúmulo de despropósitos medioambientales en que se está convirtiendo Tenerife, denunciado por plataformas ciudadanas y asociaciones como Ben Magec-Ecologistas en Acción). Allí, un grupo de empresarios ha creado una serie de pequeños hoteles de ambiente rural e intimista en edificios históricos recuperados. La Isla Baja ofrece además pasear entre las calles esmeradas y señoriales de Garachico y Los Silos. O sumergirse en el dosel de la laurisilva (selva de lauráceas) del Monte del Agua. O comer buen pescado en la costa mirando hacia el horizonte marino. O pegar la hebra con los pastores de Teno Alto, quienes, ajenos a la voracidad de los tiempos, siguen ordeñando a sus cabras con mano amorosa y elaborando unos quesos deliciosos.

Además de pequeños hoteles de ambiente rural e intimista en edificios históricos recuperados, Isla Baja ofrece pasear entre las calles esmeradas de Garachico y Los Silos. O sumergirse en el dosel de la laurisilva del Monte del Agua
El espacio protegido de la montaña Roja, en Tenerife, es uno de los contados volcanes submarinos de las islas. Acoge a windsurfistas y devotos de un viento que barre la arena rubia de la playa del Médano. Los bañistas colocan las hamacas en lugares protegidos y acuden durante el crepúsculo a una cafetería cercana

En octubre de 2001 nació en Garachico el hotel La Quinta Roja. Ocupó una casona y convento construidos a lo largo de los siglos XVI y XVII por el marqués de la Quinta Roja, Cristóbal de Ponte, descendiente de la familia genovesa fundadora de la villa. Ésta llegó a convertirse en el principal puerto comercial de la isla, antes de que la erupción de 1706 se lo merendara. Allí se plantó el hotel, con la bonita iconografía de su logotipo como carta de presentación, en plena plaza del pueblo, rodeado de la silueta barroca de la iglesia de Santa Ana y del Ayuntamiento. Con el rostro pintado de rojo almagre, y sus grandes puertas de madera abiertas al exterior y a la vida cotidiana. Pepe Moriana, su promotor, junto con cuatro arquitectos tinerfeños, lo dotaron de un estilo que, puestos a definir, podría tacharse de colonial-minimalista. En él se amalgaman elementos arquitectónicos locales: carpintería de madera de tea y galerías abiertas al patio con muebles de línea sobria diseñados por los propios arquitectos y realizados por carpinteros locales. El patio y las galerías están dotados de butacones de fibra vegetal en los que repantigarse en las noches claras al arrullo de la fuente. En las habitaciones, los sueños se cubren de artesonados mudéjares, y la atmósfera se caldea con telas rústicas y naturales.

Los clientes, acompañados de los jóvenes empleados especializados en senderismo, o por su propia cuenta y riesgo, pueden emprender un descenso por el barranco de Masca, en el que habitan las últimas tejedoras de sombreros de hoja de palma. También, introducirse en el bosque del Monte del Agua, que suda lluvia horizontal, alberga a las raras palomas rabiche y turqué, y huele a hongos y a musgo milenarios. Pero si el viajero busca algo más íntimo y preciosista en cuestión de alojamiento, también lo hay (aunque, eso sí, conviene estar prevenido: no son hoteles precisamente baratos). Dos calles por debajo del anterior, el hotel San Roque ofrece su bonita arquitectura tradicional vestida de eso que llaman rojo inglés. Con muebles y sillones no canarios, sino ideados por algunos de los mejores diseñadores del mundo: Mackintosh, Hoffman, Mies van der Rohe, Bertoia, Le Corbusier... Un lujo morfológico para arropar los riñones. Además, los cuadros y algunas esculturas vanguardistas como la que preside el patio, de Miquel Navarro, ponen el contrapunto moderno a la arquitectura colonial. Los propietarios de tan exclusivo hotel, Dominique y Laly Carayon, decidieron en 1991 convertir aquel palacete del siglo XVII en un oasis de lujo depurado, cerrando sus puertas al ajetreo exterior para garantizar un silencio y una privacidad sin fisuras. Las comidas, de sello canario-mediterráneo, se sirven alrededor de una pequeña piscina interior cuyas ondas de gresite azul acunan sueños epicúreos.

Desde allí también, quienes no estén en condiciones de caminar por esos barrancos de Dios (porque allí los relieves son casi todos verticales), pueden acercarse conduciendo hasta la Punta de Teno y darse un chapuzón en su recóndita calita de pescadores. Eso, claro está, si el tiempo acompaña (porque si no, los desprendimientos hacen el trayecto peligroso) y si el viajero, imitando a los lugareños (donde fueres haz lo que vieres), hace la vista gorda ante los paneles que, en letra liliputiense, advierten de que solamente está permitida la entrada de vehículos autorizados. Tiene además que atreverse con la carretera que culebrea a lo largo de uno de los más bellos y vertiginosos cortados del archipiélago. Una vez llegado a la punta y al faro, entre laderas de malpaís tapizadas de tabaibas y de cardones pinchudos, el viajero se extasía ante la visión de un océano inmenso de tintes cobalto y la sucesión de acantilados que se desdibujan con la bruma, a medida que se pierden en la distancia.

Para solazarse con la visión del mar, tan cara a los pobladores de secano, la Isla Baja propone también un hotel incrustado en un palmeral costero: El Patio, una hacienda del siglo XVII perteneciente a la familia Ponte, situada en El Guincho, no muy lejos de Garachico. Allí, las habitaciones y los salones dan a un patio adoquinado cubierto de viejas palmeras canarias de porte solemne. La finca sugiere además la casa rural Malpaís Trece, que alquila habitaciones y espacios comunes muy personales a un precio más que asequible, y se encuentra sobrevolando el océano y rodeada del verdor brillante de las plataneras.

Pero siempre hay quien prefiere la luz restallante y el aire limpio de la montaña. En ese caso, el hotel Caserío de los Partidos, en pleno parque rural de Teno, y con el pico del Teide como lujoso telón de fondo, regala sus paredes de piedra basáltica y el silencio de sus noches estrelladas.

GUÍA PRÁCTICA

Dormir

- Malpaís Trece (922 83 00 64). Malpaís, 13. Finca Malpaís, El Guincho, Garachico. Casa rural con habitaciones dobles por 72 euros con desayuno incluido (del 7 de noviembre al 7 de mayo). - El Patio (922 13 32 80). Finca Malpaís, El Guincho, Garachico. Desde 94,88 euros, con desayuno (de noviembre hasta abril, menos Navidad y fin de año). - Caserío Los Partidos (922 69 30 90). Los Partidos, San José de los Llanos, El Tanque. La habitación doble con desayuno, desde 67 euros; en puentes y festivos, 85 euros. - La Quinta Roja (922 13 33 77). Glorieta de San Francisco, s/n. Garachico. De octubre al 15 de diciembre, 132 euros con desayuno. - Hotel San Roque (922 13 34 35). Esteban de Ponte, 32. Garachico. Entre 175 y 197 euros con desayuno (hasta el 23 de diciembre).

Comer

- Casa Gaspar (922 83 00 40). Avenida de la República de Venezuela, 2. Garachico. Frente al muelle. Excelente pescado fresco y productos de la zona. Precio medio, 15 euros. - La Perla (922 83 02 86). Dieciocho de Julio, 8. Garachico. Comida casera: potajes, ranchos, pescado. Alrededor de 12 euros por persona. - La Tasca del Vino (922 13 33 77). Glorieta de San Francisco, s/n. Garachico. Tapas y raciones. Abre sólo por las tardes. Vino de Daute, queso, papas, chorizo de Teror. Precio medio, entre 5 y 10 euros.

10 PLAYAS IMPRESCINDIBLES DE CANARIAS

1 SOTAVENTO DE JANDÍA (Pájara, Fuerteventura). Fragmento áureo de Canarias, la playa que sirvió de reclamo este verano en las oficinas de turismo españolas incita a bañarse, a windsurfear a lo largo de un continuo de 32 kilómetros en el que alternan focos turísticos (Costa Calma, Esquinzo...) y rincones apartados como Tierra Dorada. El jable (arena eólica), el verde de la plataforma continental y las ardillas morunas obran el prodigio. 2 DUNAS DE CORRALEJO (La Oliva, Fuerteventura). Asistir al amanecer desde el océano de dunas de Corralejo es la experiencia sensorial por excelencia. Sedación caminando por la inicua zona hotelera, o bien por el apartado nudista, sin perder de vista, en cualquier caso, el estrecho de la Bocayna que la separa de la isla de Lobos y que encañona el viento responsable de su honda tradición windsurfera y cometera. Y todo rodeado por un mantel blanco de arena. 3 PAPAGAYO (Yaiza, Lanzarote). El primer activo playero de Lanzarote se esconde al sur de la isla, en el desértico monumento natural de Los Ajaches. De este paraíso natural, de peaje automovilístico (tres euros), nadie puede irse sin contemplar la caleta que se entalla en la punta de Papagayo. Las familias prefieren la accesibilidad de la rectilínea playa Mujeres. 4 MASPALOMAS (San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria). La visión de este trozo de desierto con palmerales despierta el deseo de zambullirse. La Charca sirve de elemento diferenciador entre la zona de turismo clónico, aledaña al faro, y el tramo hasta la Puntilla, en el que se encadenan usuarios del más variado pelaje. 5 LAS CANTERAS (Las Palmas de Gran Canaria, Gran Canaria). El hecho playero dentro de una ciudad tiene en Las Canteras su más alta expresión canaria. Playa anual (no estacional) cuyos usuarios no la abandonan ni de día ni de noche, gracias a la alineación de escollos que contiene los ímpetus del oleaje. Acaban de finalizar las obras del paseo marítimo, que ya conecta el auditorio y el Confital, a lo largo de cinco kilómetros. 6 GÜI-GÜI (San Nicolás de Tolentino, Gran Canaria). Es quizá la playa más remota del litoral español. Pero también una de las más arrebatadoras y salvajes. Una larga caminata desde Tasartico lleva a este oasis entre acantilados donde, además de dos playas de postal, hay familias de vida alternativa y un Robinson escapado de algún texto de Defoe. 7EL MÉDANO (Granadilla de Abona, Tenerife). El espacio protegido de la montaña Roja, uno de los contados volcanes submarinos de las islas, acoge windsurfistas venidos de medio mundo, devotos del viento que barre pertinaz la arena rubia. Los bañistas colocan las hamacas en lugares protegidos y acuden durante el crepúsculo a la cafetería del hotel Médano Beach. Un paseo de madera flanquea la zona urbana, que no deja de crecer. 8LAS TERESITAS (Santa Cruz de Tenerife, Tenerife). Polémico ha sido el proyecto de acondicionamiento de Las Teresitas firmado por Dominique Perrault. Su rubio es importado del Sáhara (acaba de ser recrecida); colocada en la falda oriental del macizo de Anaga, a siete kilómetros de Santa Cruz de Tenerife. 9 PLAYA DEL INGLÉS (Valle Gran Rey, La Gomera). Aquí es posible abstraerse del grosero circuito de construcciones que están desvirtuando Valle Gran Rey. Desde esta alfombra volcánica, a los pies del risco de La Mérica, uno es testigo, entre desnudos bañistas teutones, de las acometidas del Atlántico y de las puestas de sol. Muchos vienen a ver las estrellas debido a la escasa iluminación de la zona. Cuidado con las rocas submarinas. 10

CHARCO VERDE (Los Llanos de Aridane, La Palma).

Una de las agraciadas por la ley de moratoria de construcción turística es, sin género de duda, esta cala de la Isla Bonita. Charco Verde responde al tópico canario: luz cegadora, volcanes y una costa magmática en la que se pierde pie a tres pasos de la orilla. La arena negra, al mediodía, se convierte en una parrilla al reconcentrar el calor. Se imponen las chanclas.

GUILLERMO ESAÍN

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