El arzobispo quiere su festival

El último capítulo de la Mostra paralela a la del Mediterráneo que interpretan algunas de las fuerzas vivas de la ciudad se sustancia en un nuevo festival de cine promovido esta vez por la Iglesia. El arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, anunció ayer que estudia organizar "por primera vez en la diócesis un certamen de cine en el que se proyecten películas que estimulen los valores humanos y solidarios". Es la respuesta al ciclo Escándalo que ha programado la Mostra de València y que al parecer ha herido la susceptibilidad de colectivos reconocidamente católicos como la Confederación Católica de Padres de Familia y Alumnos de la Comunidad Valenciana (Concapa-CV) y la Asociación Valenciana de Juristas Católicos, y de otros que por lo visto también lo son o así se manifiestan como la Cámara de Comercio, que se ha significado a través de su presidente, Arturo Virosque. Todos ellos han expresado mediante la agencia de prensa del arzobispado AVAN que atentan y ofenden sus creencias películas como El último tango en París, de Bernardo Bertolucci (1972), Yo te saludo María, de Jean-Luc Godard (1984), Romance, de Catherine Breillat (1999), La religiosa, de Jacques Rivette (1965) y Cuentos inmorales, de Walerian Borowczyk (1974), entre otras posibles.

Nada nuevo bajo el sol. También algunos representantes de las asociaciones de Sant Vicent Ferrer clamaron al cielo el pasado año al saber que se iba a proyectar la comedia La portentosa vida del pare Vicent, de Carles Mira.

Al margen de cualquier interpretación sobre una parte de la sociedad valenciana que bien podría aparecer en algunas de las viejas películas de López Vázquez o Concha Velasco que la Mostra también proyecta, a tenor de unas opiniones rayanas con la censura franquista, como sugirió Luis García Berlanga, quizá hay más cera de la que arde. Virosque quiso dejar bien clara su perplejidad ante el hecho de que sea el Ayuntamiento, gobernado por Rita Barberá, el que financia la exhibición de esas películas, algunas de las cuales se han visto en las cadenas de televisión y forman parte notable de la historia del cine. Ahora la Iglesia quiere su propio festival.