Séptimo sello
No es necesario ponerse apocalíptico. Basta con estar desesperado. Primero hay que llorar por los marineros y pescadores gallegos que han visto arruinada su vida por este veneno que ha llegado a sus costas. Después hay que gemir por el alma de un pueblo que también ha sido envenenada con ese alquitrán. Todo el mundo lamenta la catástrofe económica de la marea negra sobre el litoral de Galicia. En ese mar morirán las algas, los peces, los percebes, el marisco y el afán de cada día; pero pocos hablan del espíritu colectivo que podría agonizar igualmente bajo el hedor a fuel oil que se ha apoderado del aire. A través de los siglos han llegado los peregrinos desde el corazón de Europa a Finisterre en un viaje iniciático para postrarse ante el horizonte del fin del mundo, un rito que es muy anterior al cristianismo. Esa era también la ruta de las ocas cuyo hígado auscultaban agoreros paganos antes de ponerse en camino. Hoy aquellas ocas sagradas estarían cubiertas de petróleo. Las columnas de Hércules sostuvieron luego, según la mitología griega, ese confín galaico de la Tierra. Non plus ultra. No había más allá. La banderola que, formando una ese, enlaza las dos columnas de Hércules ha pasado a ser el símbolo del dólar. La marea negra sobre la Costa da Morte suena a un castigo medieval. ¿Dónde están los disciplinantes que se azoten en procesión para aplacar la cólera divina? Una vez más se ha abierto el Séptimo Sello. Vivimos en una nueva Edad Media. Presagios, sectas, herejías, pestes y terror son sus características. Como entonces, el desenfreno agónico del milenarismo se concierta con la mística de la naturaleza donde hoy también se refugian buscando la salvación los nuevos mendicantes laicos, que son los ecologistas. El mar, como el arte, es una cosa mental. Imaginarlo azul e incontaminado significa que nuestro espíritu también está limpio. Ese sueño ha terminado. Ahora los nuevos peregrinos que lleguen a Finisterre verán ponerse el sol sobre una extensión negra y no será la noche, sino un manto de fuel oil que es la muerte. Decía Castelao: el gallego no protesta, emigra. Nunca más. Ha llegado el momento de la rebelión. El próximo 6 de Diciembre, Día de la Constitución, la bandera española será sometida a un homenaje patriótico lleno de palabras huecas y bombo militar. El escudo estampado en su trapo contiene las Columnas de Hércules. Sepan los políticos que por su negligencia culpable esas columnas están ahora rehogadas en fuel oil.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.