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Confrontación política | CATÁSTROFE ECOLÓGICA

La crisis del 'Prestige' impulsa al BNG como alternativa

Los nacionalistas exhiben su capacidad para movilizar y lideran la Plataforma Nunca Máis

Xosé Hermida

Mientras el Prestige se acercaba a Finisterre, el BNG estaba al borde del naufragio. Su revés en las autonómicas de octubre de 2001 lo arrojó a la peor crisis interna de su historia, que no había logrado zanjar ni con un congreso extraordinario. Se discutía el liderazgo, la línea política y hasta el modelo de organización. Un grupo que había funcionado durante años bajo el más estricto hermetismo llenaba a diario las páginas de los periódicos con el parte habitual de los reproches que se intercambiaban sus dirigentes. Pero la tragedia de la marea negra y la ola de indignación social que ha levantado en Galicia han rescatado al nacionalismo de su proceso autodestructivo.

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El BNG olvidó sus querellas internas, recuperó su vieja capacidad de movilización social y, según un análisis bastante generalizado, puede convertirse en el gran beneficiario de la crisis. "Esto ha sido como una catarsis para nosotros", admite un destacado dirigente nacionalista.

Detrás del desastre ecológico y económico hay también una catástrofe sentimental, una tragedia colectiva, un acontecimiento que los gallegos perciben con una dimensión casi apocalíptica. A ese desgarro emocional se une a la sensación de abandono que ha cundido especialmente en las zonas costeras, donde los marineros tuvieron que salir a detener el fuel con sus propias manos. Pero en medio de la rabia y la desolación ha emergido también un sentimiento de orgullo: el de un pueblo que es capaz de organizarse por sí mismo para plantar cara a una desgracia inimaginable.

Si hay un terreno que favorece al nacionalismo es el sentimental. Y tanto el BNG como sus rivales políticos intuyen que este cóctel de emociones podría reforzar las señas de identidad colectiva. Ya lo expresó Xosé Manuel Beiras, el líder nacionalista, durante el debate de las mociones de censura presentadas por el BNG y el PSOE contra el presidente de la Xunta, Manuel Fraga. "Desaparecido el Estado, emergió la nación", proclamó Beiras. "O la conciencia cívica, si lo prefieren".

En el BNG se viven días contradictorios. El dolor que siente toda Galicia se junta con la percepción de que el desastre los ha sacado de un atolladero. La marea negra libró a la organización del ensimismamiento en sus conflictos internos y la devolvió al terreno que mejor domina: la calle. Fueron los nacionalistas quienes pusieron en marcha la Plataforma Nunca Máis, que ha convocado a miles de gallegos alrededor de un lema que ha acabado hasta en labios del presidente de EE UU, George W. Bush.

Cuota de poder

Pero ahora el BNG también tiene su cuota de poder, ayuntamientos tan cercanos al problema como Vigo o Pontevedra. "Y ahí los ciudadanos han percibido nuestra labor para suplir la ausencia del Estado", sostiene un miembro de la ejecutiva nacionalista.

Antón Losada, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de Santiago, opina que el BNG está en condiciones de aprovechar la enorme erosión que ha sufrido la credibilidad del PP. "Fraga siempre ha jugado con un sentimiento galleguista, y de hecho, las encuestas dicen que 3 de cada 10 votantes del PP se sienten más gallegos que españoles o incluso exclusivamente españoles", apunta. "Esa gente entendía que Fraga otorgaba un gran peso político a Galicia y defendía mejor que nadie sus intereses, una imagen que ahora se ha derrumbado".

En el PSOE admiten que el episodio del Prestige ha servido para rescatar al BNG de su crisis interna, pero dudan que los empresarios o la burguesía urbana defraudados por la ineficacia que ha transmitido el PP vayan ahora a entregarse al nacionalismo. Tampoco Ramón Máiz, decano de la Facultad de Ciencias Políticas de Santiago y estudioso del nacionalismo, se atreve a aventurar un avance del BNG. Máiz cree que si cae en la tentación de hacer un discurso que deslegitime el Estado podría volverse contra ellos. "Aquí no ha fallado el Estado, ha fallado una política neoliberal, que desmantela los servicios públicos, y neocentralista, que desprecia a las autonomías", señala. Máiz vaticina que la influencia de la crisis actual en el auge del nacionalismo dependerá de lo que duren las movilizaciones sociales: "En ese terreno, el BNG es mucho más fuerte que el PSOE y podría consolidarse como la alternativa al derrumbe de Fraga".

Manuel Fraga y Xosé Manuel Beiras se estrachan la mano durante la reunión que mantuvieron en enero.
Manuel Fraga y Xosé Manuel Beiras se estrachan la mano durante la reunión que mantuvieron en enero.ÓSCAR PARIS

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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