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La pasión de Garbo y Dietrich

Bajo el título Greta & Marlene. Safo va a Hollywood, la periodista norteamericana Diana McLellan bucea en los amores sáficos de los años dorados de la Meca del cine, haciendo especial hincapié en la secreta relación que mantuvieron en su día dos grandes divas, Greta Garbo y Marlene Dietrich. "La discreción y la lealtad eran dos cualidades que Greta Lovisa Gustaffson siempre había exigido a sus amigas," confiesa McLellan, quien entiende que la traición a esta máxima por parte de Marlene fue la causa del enfado entre las dos mujeres, que trajo consigo la rotunda negación sobre cualquier tipo de relación mantenida entre Greta y Marlene, dos mujeres que coincidieron en Hollywood y siemprenegaron haberse conocido. La autora sitúa en el Berlín de 1925 el romance que mantuvieron las dos divas justo antes de que Greta se convirtiera en la Garbo, y Marlene, en la Dietrich. Hasta Berlín había llegado Greta procedente de Suecia y de camino a Hollywood. Greta había firmado una carta prometiendo que iría a Hollywood para trabajar en la Metro Goldwing Mayer, pero antes se fue junto a su descubridor, el director sueco Mauritz Stiller, a Berlín para rodar allí una película, Bajo la máscara del placer, en un momento en que la capital alemana vivía los alegres tiempos que siguieron a la I Guerra Mundial. Fue una bailarina de cabaret quien atrajo a Greta "al garito más salvaje del lesbianismo berlinés: el cabaret del Ratón Blanco," escribe Diana McLellan, quien añade: "Pero otra mujer excitante que trabajaba en la película hizo mucho más... Era una joven madre, de pelo negro, piel blanca, una atrevida, mundana y sexualmente voraz chica de veintitrés años, feliz de poder llevar a Greta por aquel nuevo mundo de bares de gays y lesbianas". Esta mujer era Marlene. Una joven Marlene que interpretó delante de Greta un tango marcadamente sexual. Una vez seducida, fue la propia Garbo la que convenció al director de Bajo la máscara del placer para que diese un pequeño papel a Dietrich en la película. Durante seis décadas Marlene Dietrich y Greta Garbo pretendieron no haberse conocido nunca, señala McLellan, quien descubrió en la película la intervención de la Dietrich. En realidad fue Dietrich quien llevó a Garbo a recorrer los antros nocturnos berlineses. Fue Marlene, dice la autora, quien fue "mostrando a su conquista por los salones y educándola en su sensualidad". El fin del romance llegaría por la indiscreción y los celos profesionales de Marlene. Y así lo explica: "Treinta años más tarde, Marlene Dietrich daría una descripción sobre Greta Garbo, de quien dijo: "Era grandísima allí abajo." Aún más escabroso fue revelar que la sueca llevaba "ropa interior sucia" y que era "estrecha de mente, ignorante y provinciana." Greta, por su parte, se sentía "traicionada por un monstruo que hablaba de sus secretos, trataba con ligereza su pasión, se burlaba de sus raíces y se reía de su sexo".

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