Calasso destaca lo rápidamente que Chatwin y Sebald han saltado a la fama
El escritor presenta su nuevo libro, 'La literatura y los dioses'
"No a cualquiera se le aparecen los dioses con plena evidencia". La cita de La Odisea la recoge en su nuevo libro publicado en España, La literatura y los dioses (Anagrama), Roberto Calasso. Y desde luego, si alguien merece recibir visita tan ilustre, es el propio Calasso, que ha sondeado las mitologías europea (Las bodas de Cadmo y Harmonía) e india (Ka) como nadie en la literatura contemporánea y vuelve ahora a conjurar a los dioses en este ramillete de ensayos entrelazados que en su día fueron una serie de ocho conferencias magistrales. El jueves, el autor presentó su libro en Barcelona, y junto a otras interesantes consideraciones sobre la literatura, apuntó el espectacular salto "al panteón de las figuras reconocibles" de dos autores como Bruce Chatwin, del que fue editor y cuyas primeras armas literarias veló (la idea inicial de Chatwin para su libro Los trazos de la canción fue escribirlo en forma de carta dirigida a Calasso), y W. G. Sebald. Dos autores que han pasado "en un tiempo récord de tres o cinco años", dijo, "de lo ignoto a lo canónico".
"Chatwin", señaló, "ha devenido un icono a una velocidad increíble, un fenómeno que me agrada, pero que me parece desconcertante y que pocas veces he visto en la literatura". Para Calasso, ese fenómeno revela algo de la "fisiología" de nuestro tiempo. "Significa que tenemos una gran necesidad de figuras reconocibles". Pese al fulgurante ascenso al cénit del panorama de las letras de Chatwin o Sebald, Calasso no cree que eso se corresponda a la "fama" en el sentido del siglo XIX -la que tuvo un Víctor Hugo-.
Calasso habló también de Freud, del que dijo que es "un ejemplo de literatura", algunos de cuyos textos han de ser vistos como grandes relatos, y que en cambio "no sirve para comprender la literatura". Definió a Jung como "un astuto campesino suizo que ha hecho hábil contrabando de imágenes preciosas con la excusa de estudios científicos que no lo eran para nada". Y consideró a Kafka y Proust los dos nombres imprescindibles del siglo XX.
De La literatura y los dioses dijo que habla fundamentalmente de la situación de la literatura hoy -aunque lo hace mediante un discurso de orfebrería erudita genialmente alambicado-. Calasso parte de la sorna con que Baudelaire acoge en 1851 un brindis revolucionario por el dios Pan, pasa a mostrar cómo los viejos dioses estaban ya muy presentes en Hölderlin y los románticos alemanes, de ahí salta en sendos capítulos a Nietzsche y Lautréamont; luego a Mallarmé, y de la concepción radical de la literatura de éste a India y el singularísimo concepto védico de las formas métricas como divinidades, un mito, el de la máxima importancia de la forma que no encuentra en Occidente. "A partir de ahí abordo el tema de la literatura absoluta, algo que no es fácil de definir pero que los propios escritores reconocen mediante una suerte de ósmosis; es una cadena, un corte transversal diferente a las listas de los manuales al uso".
Interrogado acerca de la actual irrupción violenta de lo sagrado, apuntó que "la percepción de lo que ocurre hoy bajo el nombre de sagrado o divino es caótica y ciega", y consideró que la literatura puede ayudar en ese contexto, porque "es una admirable educación para percibir las imágenes".
Babelia
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