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Reportaje:

Un libro de la memoria colectiva

Abuelos, nietos y profesores recopilan los cuentos y las leyendas de Pegalajar (Jaén)

Ginés Donaire

-Cuenta la leyenda, sin esclarecer la fecha del milagroso acontecimiento, que un grupo de mujeres estaba lavando un día en el Nacimiento. (...) De repente, y ante el asombro de las lavanderas, una ráfaga de viento arrastró a una de las sábanas tendidas, envolviendo con su blancura una risca cercana. El envoltorio semejaba la imagen de una Virgen.

Ana María Rentero Cordero, una anciana de 74 años, se convirtió ayer por unos momentos en improvisada profesora del colegio Nuestra Señora de las Nieves de Pegalajar (Jaén). Lo hizo para contar a sus encantados alumnos la leyenda de la aparición de la Virgen de Gracia, una de las muchas que forman parte de la memoria colectiva de este pueblo de Sierra Mágina, conocido por la singularidad de su sistema hidráulico y de su eje central: la popular Charca.

La leyenda rescatada por Ana María es una de las 84 aportaciones que recoge el libro Cuentos e historia de la tradición oral de Pegalajar, un trabajo colectivo de distintas generaciones del pueblo y que ha visto la luz gracias al empeño del profesor Joaquín Quesada Guzmán, que ha dirigido durante las dos últimas décadas la paciente y ardua labor de recopilación y recreación. El resultado ha sido "un tesoro antiquísimo de sabiduría popular que ha sido incorporado definitivamente al acervo cultural de todos los pegalajeños", según Quesada. Y es que el libro, que recibieron los 300 escolares del colegio de manos del alcalde, Alonso Cueva, como regalo en el día de Reyes -el Ayuntamiento lo ha editado en colaboración con la Asociación de Desarrollo Rural de Sierra Mágina-, se ha convertido ahora en una joya didáctica de primer orden para los profesores. "La literatura de tradición oral puede contribuir a poner en práctica una enseñanza vitalista, activa, participativa y creativa", afirma el director del colegio, Diego Polo.

La mecánica empleada para dar forma al libro ha sido tan simple como encantadora. Los alumnos recibieron una ficha de sus profesores que debían rellenar con los cuentos que debían contarles sus abuelos. Los pequeños entregaron por escrito los relatos que les fueron transmitido oralmente y, posteriormente, las historias acababan siendo recreadas por los profesores, principalmente por Joaquín Guzmán. Éste necesitó en algunas ocasiones cotejar varias versiones para poder completar todo el argumento del cuento. Sólo uno de ellos, El lenguaje de los animales, se ha quedado sin final por no disponer de más fuentes.

Ahora, informantes (abuelos), recopiladores (alumnos) y los autores de la recreación (profesores) ponen su nombre al final de cada cuento, romance, refrán o dichos populares. Abundan los cuentos de animales, de encantamientos, de princesas y dragones y de costumbres. Todos tienen una intención didáctica, una enseñanza que hay que descubrir, analizar y llevar a la práctica.

Los hay tan curiosos como El cura sin cuidados, que narra la historia de un sacerdote que colocó en la puerta de su casa un letrero con grandes letras informando de su situación ociosa; o el de Juan Cigarrón, contado por Teresa Cobo y recopilado por su nieta María Francisca, que recrea la historia de dos hermanos, uno rico y otro pobre con el apodo de Cigarrón.

Joaquín Quesada asegura que el libro, de más de 300 páginas, apenas recoge una décima parte de todo el material recepcionado. Y es que el carácter rural de Pegalajar y su difícil orografía le ha permitido conservar un legado cultural excepcional.

La labor del colegio no se queda solamente ahí. También han recopilado un buen número de juegos tradicionales autóctonos y villancicos populares. Tantos han recuperado que en los 12 años que lleva celebrándose el festival local nunca se ha repetido una letra.

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