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Reportaje:TEATRO

Pasiones de usar y tirar

Javier Vallejo

Además del Teatro de la Comedia, en obras, y del Pavón, su sede provisional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico tiene en Madrid otra sala que muy pocos conocen, el antiguo cine Río, en el barrio de Vallecas. Allí se ensayan, desde hace 16 años, todas sus producciones. Viendo las proporciones del escenario, su altura y que entre platea y entresuelo la sala podría albergar más de 400 localidades, todas a pocos metros de la escena, cabe imaginar un fin mejor que la piqueta y la especulación para tantos cines de barrio cerrados y olvidados. ¿Por qué no se rehabilita por iniciativa municipal y autonómica parte de ese patrimonio edificado para uso público, tal y como se rehabilitaron en los años noventa decenas de teatros de toda España por iniciativa del Estado? En Madrid faltan escenarios en condiciones. En este que se ha montado en el cine Río ensayan sin apreturas los 32 intérpretes de El burlador de Sevilla, comedia que dirige Miguel Narros desde detrás de una larga mesa colocada sobre la primera fila de butacas.

El burlador de Sevilla es obra de autoría incierta. El nombre de Tirso de Molina se sigue colocando en libros y en carteleras por costumbre, porque vende bien y porque figura en un volumen sevillano fechado hacia 1630, en el que son falsos tanto el lugar de la edición (Barcelona) como la identidad del editor. Tirso no incluyó ésta en sus cinco tomos de comedias, y muchos investigadores no encuentran en ella rasgos del autor. Otro editor de la época publicó una versión bajo el título Tan largo me lo fiáis, y se la atribuyó a Calderón. ¿De quién es esta comedia, pues? Alfredo Rodríguez López-Vázquez afirma en las ediciones críticas publicadas en Reichenberger y en Cátedra que de Andrés de Claramonte, actor, autor y director que de joven representó La fuerza lastimosa -comedia de Lope en la que se anticipan personajes y episodios de El burlador de Sevilla, y que escribió otras obras de tema similar-.

"Mientras los partidarios de Claramonte no estén más seguros no me van a convencer", dice Miguel Narros después de un ensayo. "Claramonte es otra cosa, es un autor más racional. La comedia es de Tirso, porque locuras como ésta sólo las escribieron él, Lope de Vega y Ruiz de Alarcón".

Este montaje es un encargo que la Compañía Nacional de Teatro Clásico le ha hecho a Narros. "Por mí mismo, no hubiera escogido El burlador de Sevilla, porque ya lo puse en escena en 1967, cuando dirigí el Teatro Español, con José Luis Pellicena como protagonista. Pero volví a leerlo, me entusiasmé y acepté. El romanticismo del Don Juan Tenorio, de Zorrilla, que es la versión del mito que se monta una y otra vez, me molesta. El planteamiento de Tirso es mucho más escueto y, sin embargo, resulta más interesante: su protagonista no tiene que justificarse, es un hombre que vive, engaña y no pide permiso para hacer lo que hace. Simplemente actúa. Ésa es su grandeza".

Durante el siglo XX, esta co-

media se puso en escena mucho menos que el Tenorio de Zorrilla, porque no era del gusto de la época que, al final, el héroe muera sin confesión. "Un eclesiástico como Tirso no puede concebir otro final para Don Juan. Pero hay estudiosos que dicen que menos mal que es el comendador, desde su tumba, quien le juzga. Si le hubiera juzgado la Inquisición, le hubiera ido peor todavía".

Su intérprete es Carlos Hipólito, que últimamente ha encarnado a Sergio (el comprador del cuadro blanco) en Arte, a Patizanco en Historia de un caballo y protagonizado un montaje sobre poemas de Cernuda: "Es un actor especial, que juega de un modo muy sutil entre la verdad y la ironía. Eso le conviene a Don Juan: cuando seduce, seduce de verdad, pero luego siempre da un giro y dice: '¡Qué mal conoces al burlador de Sevilla". La versión de José Hierro está a caballo entre Tan largo me lo fiáis y la edición princeps, y sólo recorta los monólogos más largos. La coreografía de este montaje es de Manuel Segovia, el vestuario del propio Narros y la escenografía, de Andrea D'Odorico, que soluciona la escena del comendador con un juego de proyecciones.

El burlador de Sevilla se estrena el 28 de febrero en Madrid. Teatro Pavón.

Miguel Narros, al fondo, en un ensayo de 'El burlador de Sevilla'.
Miguel Narros, al fondo, en un ensayo de 'El burlador de Sevilla'.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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