Berlusconi logra evitar el desgaste por su apoyo a Bush mientras la izquierda de Italia se enfrenta
Estados Unidos lo incluye entre sus aliados en la guerra contra Sadam Husein, pero las encuestas señalan que un tercio de los italianos ignora cuál es la posición del Gobierno de Silvio Berlusconi en un conflicto que ha dividido el mundo.
Lo que en otras latitudes se llamaría descarnado cálculo político, aquí se llama habilidad diplomática. Y a decir verdad, algo de admirable hay en los malabarismos de Berlusconi, que ha conseguido evitar el desgaste político a la coalición que dirige, sin perder aparentemente la amistad de la superpotencia. Por sorprendente que pueda resultar, es el centro-izquierda el que está pagando un precio mayor, en términos de cohesión interna, por la guerra de Irak. Muchos adversarios de Berlusconi esperaban que el primer ministro italiano sufriera un acoso similar al que padecen sus homólogos Tony Blair y José María Aznar por su apoyo -siquiera velado- a Washington. Pero el caso italiano se ha revelado una experiencia única, porque Berlusconi está capeando la tormenta sin aparentes daños.
Inspirado por las encuestas que dibujan el panorama de una opinión pública contraria a la guerra, con casi la mitad de los italianos "ni con Bush ni con Sadam", el Gobierno ha manejado el lenguaje con enorme precaución. Esforzándose sobre todo en pasar desapercibido. Una política de dualidad y buenas palabras que le ha evitado quebraderos en vísperas de las elecciones municipales y regionales de mayo, pero también del semestre de presidencia europeo, que se presenta complicado.
Paradójicamente ha sido la izquierda la que ha encajado los principales golpes de un conflicto envenenado. Y más concretamente, el principal partido de la coalición, El Olivo, los demócratas de izquierdas, herederos del PCI.
La minoría radical, liderada de facto por el ex sindicalista Sergio Cofferati, se ha alineado por completo con el ala radical de los movimientos pacifistas que repudian la guerra, pero llegan a preguntarse si no sería mejor un conflicto largo y sangriento que equivaldría a una derrota política para Estados Unidos, mientras la cúpula dirigente, Piero Fassino y el ex primer ministro Massimo D'Alema, intenta a la desesperada mantener en pie una oposición más institucional, que condena la guerra pero espera en un rápido final con una victoria de la coalición. Una dualidad insostenible que ha acabado por saltar por los aires la semana pasada, cuando Cofferati criticó sin paliativos a los que "cínicamente" se limitan a desear "que la guerra sea breve". Fassino replicó ayer acusando de cinismo a los que quieren que la guerra sea larga. Un debate suscitado recientemente en el diario de la izquierda histórica Il Manifesto, que ha provocado incomodidad en la izquierda italiana que se considera aún alternativa de gobierno.
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