El manifestante
No todos los que se manifiestan contra la guerra son adolescentes de instituto o universitarios. No todos los manifestantes son militantes del PSOE ni tan siquiera simpatizantes. No todos los manifestantes han urdido un plan para desterrar para siempre al Partido Popular de la escena política. Incluso hay quien piensa que es lógico que exista ese partido puesto que hay un número considerable de mentes conservadoras. No todo el que se manifiesta es antisistema, puede que incluso alguien piense que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos que fuimos capaces de inventar los hombres. No todo el que se manifiesta aprovecha para tirarle una piedra a un policía. No todo el que se manifiesta aprovecha para robar un jamón. Ni tan siquiera para asustar a la gente que está tomándose una hamburguesa en un McDonald's, porque por esa regla de tres, y para ser absolutamente coherentes, no podríamos ver las series de la HBO, ni escuchar música americana, ni el cine, y tendríamos que renunciar incluso a los Simpson (y eso sí que no). No todos los manifestantes pintan grafittis insultantes en las sedes del Partido Popular. Hay un tipo de manifestante que lo único que sabe hacer es marchar pacíficamente en la manifestación y gritar consignas; ni tan siquiera se ve preparado para la performance de tirarse al suelo y hacer como que caen bombas. No todos los manifestantes son actores; es más, la mayoría de los manifestantes no son actores y llevan muchas manifestaciones a sus espaldas. No todos los manifestantes votarán a Llamazares en las próximas elecciones. Hay manifestantes que no se sienten representados por ningún partido. No todos los manifestantes están de acuerdo con bromear sobre la enfermedad de Ana Palacio para desacreditarla. Hay que ser profundamente estúpido e insensible para hacerlo. No todos los manifestantes son nacionalistas que quieren arrimar el ascua a su sardina y soltar frases como: "Esos que hacen la guerra a Irak son los que hacen la guerra al catalán". Pero hay manifestantes, tan aburridos como para ser demócratas, que están muy cabreados porque esta guerra no sólo va a ser terrible para quien la sufre; también en España, donde tan difícilmente reina la concordia, puede poner en peligro nuestra convivencia. ¿Nunca se le pasó eso por la cabeza, señor Aznar?
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