Carrera truncada
"Vivió deprisa y ha muerto deprisa", escribió Javier Marías a propósito de su primo Ricardo Franco, fallecido antes de concluir Lágrimas negras (1998), que realizó tras el gran éxito de La buena estrella. Ricardo Franco, madrileño de 1946, había trabajado como montador y ayudante de dirección en algunas películas de su tío, Jesús Franco, al tiempo que comenzaba, sin acabar ninguna, las carreras de Medicina, Filosofía y Derecho.
Su primer largometraje, El desastre de Annual (1970), un filme en blanco y negro realizado con las colas de película que le sobraban a su prolífico tío, en cooperativa y en 16 mm, fue valorado por Fernández-Santos por "el desparpajo de un relato urdido de espaldas a todo consumo predigerido de cine". Este talante rompedor y su constante gusto por lo arriesgado se prolongó en varias de las películas que Ricardo Franco dirigió posteriormente, especialmente en Pascual Duarte (1976), premiada en el Festival de Cannes, (que será editada en esta colección), así como en Los restos del naufragio (1978), Berlín Blues (1988) y ¡Oh, cielos! (1994), además de en las películas experimentales In-Out (1984) y El sueño de Tánger (1986), cuya pésima distribución las ha convertido en malditas. En el documental Después de tantos años (1994) retomó a los personajes de la familia Panero que Jaime Chavarri había descubierto en El desencanto 18 años atrás (título que también formará parte de esta colección).
Ocupado con frecuencia en trabajos para la televisión (El caso del cadáver descuartizado, 1984, La canción del condenado, 1992, El jardín del Himalaya, 1993...), Ricardo Franco también fue guionista por cuenta ajena, entre otros, para Imanol Uribe en Adiós, pequeña (1986) y para Pilar Miró en Tu nombre envenena mis sueños (1996). La obra inconclusa de un director que, según Fernández-Santos, "todavía parecía estar abierto a la forja, al giro inesperado, a lo imprevisible...".
Babelia
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