Los abstencionistas y los jóvenes tienen la llave de Madrid
En 1999, cerca de 995.000 madrileños, casi un 40% del total de los electores de la capital, no votaron en las elecciones municipales. Hoy, en la recta final de la campaña por Madrid, las previsiones indican que la participación de esta masa abstencionista, sumada a los nuevos votantes -más de 100.000 según algunas fuentes- podría decidir el próximo 25 de mayo la estrecha diferencia entre los candidatos Alberto Ruiz-Gallardón, por el Partido Popular, y Trinidad Jiménez, por el PSOE. Y más teniendo en cuenta que el PP necesita la mayoría absoluta, ya que se da por descontando el pacto post electoral entre PSOE e IU.
En esta encarnizada lucha por la principal alcaldía de España, una bolsa flotante de más de un millón de votos pesaría lo suficiente para desequilibrar cualquier balanza y echar por el suelo la más ponderada de las cábalas. Por eso los estrategas de campaña se ahorran pronósticos y juegan sus últimas cartas en la seducción de los indecisos y los primerizos. La única certeza de los gurús electorales de cada partido es que el término "mayoría absoluta", imprescindible para el PP a la hora de gobernar, no aparece en sus bolas de cristal.
Una participación significativa del votante de izquierda el próximo 25 de mayo dividiría el pastel del Ayuntamiento en detrimento del PP
En la más encarnizada lucha por la principal alcaldía de España, una bolsa flotante de más de un millón de votos impide cualquier pronóstico
"Hace cuatro años estábamos tan seguros de nuestro triunfo que casi no percibimos un ambiente de contienda electoral; hoy las cosas parecen haber cambiado, pero así es el juego democrático en un bipartidismo imperfecto como el nuestro", reconoce el secretario general del PP de Madrid, Ricardo Romero de Tejada.
Los populares tienen razones para la mesura. Han sido precisamente los jóvenes los protagonistas de la movilización ciudadana contra la posición del Gobierno español frente a la guerra en Irak, y las encuestas señalan que un gran porcentaje de esta franja de población se decantará por el voto de centro-izquierda. Si a principios de 2002 los jóvenes españoles entre los 18 y 25 años votaban en un 20% a favor del PP y en un 15% a favor de los socialistas, en enero de este año las cifras eran de un 25% para el PSOE y un 11% para el PP, según el Pulsómetro de la Cade-na SER.
Manteniendo esta lógica, tanto el PSOE como Izquierda Unida tendrían los números a su favor, aunque los pronósticos en las sedes de ambos partidos también son reservados, a sabiendas de que en una campaña tan reñida no hay fórmulas infalibles. PSOE e IU esperan, además de capitalizar voto joven, recuperar las papeletas que les han negado sus simpatizantes en años anteriores.
Los escrutinios del 99 mostraron una realidad de la que ambos partidos todavía se lamentan: los distritos en los que se presentó la mayor bolsa abstencionista, como Vicálvaro, Villa de Vallecas Puente de Vallecas y Usera -con un porcentaje superior al 40%-, son algunos de sus bastiones históricos. "No fueron buenos tiempos para el PSOE", afirma Óscar Iglesia, secretario de acción electoral de los socialistas en Madrid: "El voto nacional siempre ha sido muy influyente en el voto de la capital. Eso explica por qué nuestros resultados en las municipales del 95 y el 99 no fueron lo que esperábamos".
Voto de rechazo
Para la próxima jornada electoral, las fuerzas parecen haberse equilibrado en detrimento del PP. "Las distancias entre los grandes partidos se acortan", según señalaba en diciembre una encuesta del Instituto Opina dos meses antes de que estallara la guerra contra Irak. Hoy, todos los partidos, incluso el PP, reconocen que sería absurdo negar la influencia de la guerra en los resultados de las municipales, e, incluso, que se podría estar gestando un voto de rechazo frente al partido del Gobierno.
En las sedes de los distintos grupos políticos los relojes ya se han puesto en cuenta regresiva. El Partido Popular, consciente de que el votante de su partido pasa por un "momento de reflexión" -según el sondeo de Opina, en diciembre, un 23% de quienes votaron al actual alcalde, José María Álvarez del Manzano, estaba dubitativo sobre su próxima elección-, anuncia que los esfuerzos para movilizar a su electorado se duplicarán en los últimos días, y confía en el tirón electoral de Ruiz-Gallardón.
"Es evidente que hay un resurgimiento de la oposición y de una izquierda democrática que estaba lamiéndose las heridas durante los últimos años, pero sabemos que el tiempo nos dará la razón porque el votante madrileño distingue muy bien entre lo que es la política local, la nacional y la internacional", confía Romero de Tejada, quien asegura que entre los anteriores abstencionistas que esta vez decidan acudir a la urnas también habrá votos para el PP: "Algunos de los que no nos votaron en el 99 pensarán que no tenemos perdón, y otros decidirán que somos los que mejor podremos seguir haciendo las cosas en Madrid".
En los cuarteles del PSOE, aunque los vientos parecen soplar a favor, hay tanta prudencia, o más, que en las filas del PP. "Si en términos electorales se impusiera la lógica, podríamos decir que estamos tranquilos, pero la experiencia de años anteriores nos dice que hay que esperar a los resultados", afirma Óscar Iglesia, haciendo alusión al chiste sobre "el alcalde al que nadie vota, pero siempre gana".
Por ahora Trinidad Jiménez, que se presenta por primera vez a unas elecciones, ha conseguido su primer objetivo. Es ampliamente conocida y cuenta con el apoyo de sus votantes -un 86,2% hasta diciembre-. Sin embargo, la distancia en preferencia de voto frente a Ruiz-Gallardón seguía siendo amplia: 41,3% del candidato popular frente al 27,1% de Jiménez. Los socialistas aseguran que, a día de hoy, esa diferencia es mínima y confían en que "aquellos electores que se quedaron en casa en el 95 y el 99, además de todos los jóvenes que han salido a la calle, están motivados para depositar su voto el próximo 25 de mayo".
Expectativas de IU
Pero no sólo el PSOE reclama esa bolsa abstencionista que podría marcar la diferencia. La tercera fuerza en discordia, Izquierda Unida, que no oculta sus enormes expectativas, se adjudica una buena tajada para alimentar las posibilidades de su candidata Inés Sabanés, que hoy no llega al 20% de intención de voto. "Vamos a ser la gran sorpresa", asegura el responsable de política electoral de IU en Madrid, Eduardo Cuenca. "En el 99 fuimos incomprendidos [IU obtuvo sólo 127.300 votos en Madrid]; pagamos la factura de una política de partido a nivel nacional, pero ahora hemos recuperado la confianza y hemos matizado nuestro discurso".
Los analistas coinciden en que los últimos acontecimientos estimularán al votante de izquierda, pero no descartan que una parte de esos votos vayan a parar a las listas del PSOE. Según el sondeo de Opina, un 5,5% de los electores de IU reconocía en diciembre pasado cierta tendencia a votar a los socialistas. IU y PSOE rechazan de plano esta hipótesis sobre una eventual coalición, mientras el PP asegura que "efectivamente, ha revivido el pacto Llamazares-Zapatero a nivel local, una pócima que ya ha probado el PSOE y que le ha pasado factura en otras ocasiones", según palabras de Romero de Tejada.
Sea en beneficio propio o de los socialistas, lo cierto es que una participación significativa del votante de la izquierda en estos comicios dividiría el pastel del Ayuntamiento en detrimento de los populares y su actual mayoría absoluta. El pasado diciembre, Ruiz-Gallardón conservaba esa mayoría con una ventaja de sólo un concejal, según los datos de Opina.
Hoy, a 21 días de las municipales, todos los partidos tienen claro hacia dónde apuntar los tiros en la última fase de la batalla por Madrid; una lucha que las cabezas visibles de las dos grandes fuerzas políticas -el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero- han asumido como propia, conscientes de que la puja por la capital es el primer pulso por La Moncloa.
El objetivo está en las calles, donde los políticos pretenden pescar a quienes todavía deshojan margaritas frente al abanico de aspirantes. "En un ambiente de ebullición ciudadana como el actual, con un gran porcentaje de voto flotante [indecisos], lo único seguro es que habrá más participación, pero cualquier otro pronóstico más allá carece de peso", explica un experto en demoscopia de una importante empresa de sondeos de opinión. "Lo que sí es cierto es que la recta final, los últimos días previos al 25 de mayo, serán vitales porque la decisión del voto ya estará tomada".
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