Tres mujeres, la pipa y el 'progre'
¿Las municipales del desencanto? Los socialistas votarán a Anna Pagans añorando a Nadal. El nadalismo descafeinado no suscita grandes pasiones ni odios enconados. Es tiempo de indiferencia. La ciudad parece terminada, rescatada de la grisura del franquismo. Ahora se trata de gestionarla en su apacible colorismo turístico. La audacia de los tiempos heroicos terminó. Pagans encarna el espíritu de esta nueva etapa. Sus bazas son distintas. Nadal ganaba porque sabía imponerse, Pagans puede hacerlo porque sabe pasar inadvertida.
Zoila Riera, aldaldable de CiU, derrocha un atolondrado entusiasmo juvenil que desconcierta. Tiene empuje, pero no queda muy claro hacia dónde conduce. Sin Nadal como oponente, está obligada a remontar. Su elegancia de figurín contrasta con la sobriedad de Pagans.
La tercera mujer en liza, la popular Concepció Veray, aparece en los carteles electorales como una colegiala disfrazada de adulta, sensación que acentúa su nombre escrito con tiza. A sus 27 años, parece verde para la arriesgada misión encomendada. ¿Será valor o temeridad?
El candidato de ERC, que deshojó la margarita durante meses, tiene un apodo efectivo: el hombre de la pipa. Francesc Ferrer, veterano político, está convencido de que será alcalde. Su campaña gira en torno a la invención de una palabra, participança, algo así como participación, pero más.
Joan Olòriz, de ICV, carga con el papel de progre idealista y honesto. Su publicidad electoral, Una cosa és semblar d'esquerres i una altra ser d'esquerres, parece un ataque directo a sus posibles votantes. La opulenta Girona tal vez esté más próxima a otro lema: La izquierda es un pin.
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