Mas admite que CiU frenó las inversiones olímpicas en Barcelona
El líder nacionalista se presenta como garantía de equilibrio territorial
Artur Mas explicó ayer en Valls (Alt Camp) que CiU frenó en su momento las ansias inversoras de Pasqual Maragall en Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos (JJ OO) de 1992. Ésta es una política que los nacionalistas habían evitado reconocer tan claramente. Lo que ha movido a Mas a hablar sin tapujos acerca de las reticencias de CiU hacia las inversiones en Barcelona inducidas por los JJ OO es que ahora Maragall es un serio aspirante a ganar las elecciones autonómicas y, por lo tanto, "es un peligro para Cataluña".
Mas defiende el "coraje" de CiU para tomar decisiones como el trasvase del Ebro
Artur Mas dedicó su primera jornada de campaña de elecciones municipales a darse a conocer como candidato a la presidencia de la Generalitat en El Vendrell, Valls, Reus y Tarragona junto con los candidatos de CiU a las respectivas alcaldías. "Ahora toca ayudarle a él, y después, para las elecciones de Cataluña, a mí", dijo invariablemente a cuantas personas aceptaban los folletos propagandísticos que repartía por mercados y tiendas en estas ciudades.
La experiencia demostró que para Mas es una ventaja ir acompañado por el alcalde de la ciudad, como fue ayer el caso de los recorridos callejeros por El Vendrell y Tarragona. Las gentes tienen perfectamente identificados a los alcaldes, pero desconocen a otros candidatos o dudan ante ellos. En el mercado de El Vendrell, una señora parecía reconocer a Mas y tras dar sus parabienes a Benet Jané, el alcalde que se presenta a la reelección, le preguntó a Mas: "¿Usted es candidato por Barcelona, verdad?". "No, señora, yo aspiro a la presidencia de la Generalitat", le respondió Mas.
La situación era distinta en Valls y Reus, donde CiU está en la oposición. En Valls, el secretario general de CiU se limitó a advertir ante los periodistas de que "los socialistas, y especialmente Pasqual Maragall, son un peligro para el equilibrio territorial de Cataluña". Fue aquí donde reiteró uno de los argumentos constantemente esgrimidos por CiU contra Maragall desde hace ya muchos años: el hecho de que Maragall es un barcelonés a quien no le importa Cataluña. "Cuando los Juegos Olímpicos de 1992", dijo, "tuvimos que echar el resto para evitar que la Generalitat se quedara seca, sin capacidad para invertir durante años en el resto del territorio". Aunque reconoció que los Juegos Olímpicos fueron positivos para todos, advirtió de que el peligro, reavivado ahora ante las próximas elecciones autonómicas, "es la tendencia de Maragall y de los socialistas a concentrarse en Barcelona".
Como ejemplos de los peligros que corre su idea del equilibrio territorial catalán, Mas puso la reciente modificación de la normativa electoral de los consejos comarcales adoptada por el Parlament con la única oposición de CiU y el proyecto de ley electoral catalana presentado por los socialistas, que pretende dar el mismo valor a los votos en las cuatro provincias catalanas.
Éstos no son, sin embargo, los únicos peligros que a juicio de Mas acechan a Cataluña. En Reus, en un almuerzo con un centenar de representantes de asociaciones empresariales y de comerciantes, el conseller en cap explicó que una hipotética victoria de Maragall en las elecciones para la presidencia de la Generalitat supondría el fin de la Cataluña basada "en la mentalidad de la economía productiva y el espíritu emprendedor". Sería, dijo, el fin del modelo de país basado en "le gente emprendedora" y en la idea de que Cataluña "no se compone sólo de un gran ciudad".
Ante los empresarios de Reus, una ciudad que ha tenido ininterrumpidamente alcaldes socialistas desde 1979, Mas atacó también al Gobierno del PP. Lo acusó de mantener políticas centralistas, que perjudican a los intereses catalanes. Puso los ejemplos de la centralización en manos de AENA de la gestión de los aeropuertos y de la "oportunidad perdida" para introducir el ancho de vía europeo en el corredor ferroviario del Mediterráneo. Un Gobierno nacionalista es la única garantía, aseguró Mas, de que se adoptarán las decisiones que convienen al país "por difíciles y complicadas que sean".
También en este caso recurrió a un ejemplo: el trasvase del Ebro. Recordó que hace 20 años CiU apoyó lo que se denominó como minitrasvase de aguas del Ebro hacia Tarragona. "¿Qué sería ahora de la economía del Camp de Tarragona si hace 20 años no hubiéramos tenido el coraje de tomar decisiones sobre el agua?", preguntó.
Para tomar decisiones tan complicadas como las relativas a la política hidráulica, remató, hay que tener "una visión de conjunto del país" que según él sólo tiene CiU.
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