Adiós al viejo Jerez
El desarrollo urbanístico y la búsqueda de nuevos sectores para mitigar el cierre de bodegas marcan el presente de la localidad
En los tiempos que corren, la imagen, ya se sabe, es fundamental. Esta idea parece haber calado muy hondo en la filosofía que practica el Ayuntamiento de Jerez, cuya más destacada labor en los últimos años ha sido la de transformar la fisonomía de buena parte de la ciudad. A ello ha contribuido la peatonalización de las más importantes calles del centro, la creación de amplias zonas verdes, la elevación de la vía ferroviaria a su paso por la ciudad y la reordenación del tráfico a través de rotondas, cuyo número es ya difícil de calcular.
Sin embargo, el lifting no parece estar terminado y se han quedado fuera cuestiones como el casco histórico, inhóspito y con demasiados inmuebles en ruina, las barriadas del extrarradio, y algunos núcleos rurales.
El desarrollo urbanístico de la localidad tiene como padre a uno de los más prestigiosos expertos en la materia del país, el arquitecto Manuel Angel González Fustegueras, quien también ha diseñado planes de ordenación urbana en Sevilla y otras ciudades de España y el extranjero. Fustegueras estuvo junto al regidor jerezano hasta 1995, tiempo que aprovechó Pedro Pacheco para alimentar sus conocimientos urbanísticos. Antes de abandonar el barco del Consistorio, el diseñador del último plan urbanístico del municipio dejó sobre la mesa el guión del crecimiento y la expansión de la ciudad, un documento que no siempre se ha aplicado con corrección.
No se entiende de otra forma que el Ayuntamiento no cayese en la cuenta hasta hace unos meses de que en la ciudad se estaban construyendo demasiadas viviendas unifamiliares, unas 7.000 en la última década. El debate de la vivienda se ha centrado, como ocurre en casi todas las ciudades, en el precio. Jerez puede presumir, con el metro cuadrado en régimen general a 900 euros, de ser una de las ciudades más baratas. Pero no todos están de acuerdo. Juan Carlos, taxista, es contundente: "Eso es una falacia, y si no que comparen los sueldos de la gente en Jerez con los de otras ciudades. Aquí te sale más caro el piso que en Madrid porque ganas tres veces menos".
En la calle hay opiniones para todos los gustos sobre el estado de la ciudad. María del Carmen Sobrino es ama de casa y tiene a sus dos hijos trabajando en Mallorca. "No hay derecho a que la gente se tenga que ir de su ciudad para buscar trabajo. Y aquí estará todo muy bonito pero hay mucha gente pasando fatigas", asegura.
Jesús Morales tiene un quiosco de prensa en la calle Consistorio y, por el contrario, dice orgulloso que Jerez "esta preciosa". Su apreciación de lo que pasa en la ciudad excluye problemas graves a su alrededor. En la céntrica cervecería La Marea, su jefe de barra, Jesús González, cree que en el centro hay "muchos pedigüeños", y lo relaciona con el problema de la droga "que todavía sigue siendo muy fuerte". El propietario del establecimiento Manuel González, conocido como Chule, dice que los comerciantes del centro están padeciendo la falta de aparcamientos y sentencia: "La solución es un subterráneo en la plaza del Arenal". Este empresario dice, no obstante, estar muy satisfecho con su ciudad, y, al ser preguntado por el alcalde, señala que "poca gente mejoraría esto".
En el apartado económico, Jerez no logra sacudirse la lacra del paro, a pesar de que en diez años hay casi 7.000 parados menos, de los cuales cerca de 2.000 podrían estar trabajando en Canarias y Baleares, según señalan sindicatos y partidos de la oposición.
Jerez busca ahora en el sector servicios y en la rama agroalimentaria lo que dejó en el camino de la reconversión bodeguera, saldada desde mediados de los ochenta con el cierre de un buen puñado de pequeñas y medianas bodegas y una brutal regulación de empleo que ha dejado al sector con poco más de 1.000 trabajadores después de haber contabilizado más de 12.000.
El caballo, el flamenco y eventos como los que acoge el circuito de Jerez han impulsado la apertura de seis nuevos hoteles. El futuro parece esperanzador también en las explotaciones agrícolas, que podrían despegar definitivamente cuando concluya el año que viene la modernización de los canales del riego del Guadalcacín.
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