"Una fresa no pasaría el control exigido hoy a la industria química"
Dieter Thomascheswki no reaccionó muy bien a la primera pregunta. ¿Qué opina del proyecto de la Comisión Europea para aumentar el control sobre los productos químicos?... Antes de responder, el director para Europa de Basf frunció el ceño y probablemente intentó calmarse un poco. Seguramente recordó que la Comisión había presentado hace apenas unas semanas un proyecto de reglamento con el que pretende introducir un sistema más severo de registro, de ensayo y autorización de las sustancias químicas para todos los usos. Habrá recordado también que el coste estimado de este cambio para el sector se ha calculado en unos 32.000 millones de euros.
El ejecutivo alemán seguramente tendría también muy presente a qué compañía representa. Basf es una de las empresas de la industria química más importantes del mundo. Tiene plantas de producción en 38 países y clientes en más de 170. Suministra sus cerca de 8.000 productos a un gran número de sectores distintos, pero especialmente a las industrias automovilística, química, textil, de la construcción y de los embalajes, así como a los clientes en los sectores de la agricultura, la salud, las industrias eléctricas y las papeleras. El grupo ocupa a más de 100.000 empleados en todo el mundo, de los cuales el 53% trabaja en Alemania, y otro 14%, en el resto de Europa, como, por ejemplo, en la planta de Tarragona.
Una vez situado, Thomascheswki arremetió contra la propuesta de Bruselas. "La puesta en marcha de este nuevo sistema tiene unos costes muy altos. Si finalmente se realiza, necesitaremos entre 7 y 10 años para introducir la tecnología y la capacidad de poder cumplir la nueva directiva, que afecta a un gran rango de productos. Al mismo tiempo, durante el periodo de adaptación a la normativa tendremos que distraer recursos que hoy se utilizan para innovar en los propios productos químicos. Ahora tenemos 10.000 personas para desarrollar nuevos productos, y si debemos aumentar el control, esto subirá los costes, lo que no nos permitirá contratar más personal para realizar todas las tareas a la vez", explicó.
"En definitiva", comenta, ya más calmado, "hay que tener en cuenta que esta nueva norma puede llegar a causar pérdidas de empleo, y no hablo de Basf, porque en definitiva una empresa como la nuestra puede cumplimentar la nueva normativa. Las más perjudicadas serán las pequeñas y medianas empresas químicas", añade.
Más relajado, cierra la respuesta: "La industria química es muy segura. Sin embargo, una fresa no pasaría los controles que ya se exigen para la industria química. Hay que diferenciar entre emoción y realidad. ¿Qué riesgo existe en el polietileno?".
Basf no ha tenido unos buenos resultados en 2002, su beneficio neto cayó un 74,3%, pasando de 5.858 millones de euros a 1.504. En los primeros tres meses del año, la mala racha continuó, la química ganó 442 millones de euros, un 20,5% menos que en el mismo periodo de 2002. El mismo día que Thomascheswki visitó Madrid, el Deutsche Bank retiró a Basf de su lista de valores paneuropeos más recomendados. "Las acciones de Basf están claramente infravaloradas", comenta, "y ningún banco puede prescindir de ofrecer acciones de nuestra compañía en sus carteras de inversión", añade.
Los resultados de Basf se enmarcan en una situación crítica de la mayor economía europea. El PIB de Alemania cayó un 0,2% en el primer trimestre del año, tras registrar un leve descenso en los últimos tres meses de 2002. "Aun cuando la actividad en Alemania se haya desacelerado, nuestra compañía registra importantes avances en otras partes de Europa y en Asia y América. Europa es y seguirá siendo el mercado local de Basf, con más del 60% del negocio".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.