Fonsi Nieto asoma la cabeza
El piloto madrileño, segundo en los 250cc mientras el italiano Rossi vuelve a arrasar en la MotoGP
"Poggiali va como un tiro". Así hablaba Fonsi Nieto de su gran rival en los 250cc antes de que comenzara el campeonato, lanzando quizá un aviso a navegantes. No le faltaba razón. El sanmarinés Manuel Poggiali, vigente campeón del mundo de 125cc, gobierna con una suficiencia insultante en el cuarto de litro. Ayer, en el circuito de Mugello (Italia) no tuvo más rival que el francés Randy de Puniet, que acabó estrellándose por dos veces. Llegó Poggiali en solitario a la meta y tras él se dejó ver Fonsi Nieto, que logró su primer podio en una temporada que ha comenzado para él de la peor forma posible.
Asomó por fin la cabeza Fonsi, todo lo contrario que Toni Elías, el único piloto que se ha atrevido a ganar a Poggiali. De las cinco carreras disputadas, en tres ha triunfado el sanmarinés y en dos (Jerez y Le Mans) el corredor de Manresa. Pero ayer, la moto traicionó a Elías, que abandonó el circuito de Mugello despotricando. "No sé cuál es el problema. Lo que no puede ser es que una semana sea el ganador y la siguiente no tenga ninguna opción. En invierno estuve rodando en esta pista a tiempo de récord y hoy [por ayer], he rodado tres segundos más lento que los de delante", manifestó enojado Elías.
La prueba no tuvo más historia que la que quiso Poggiali, que cogió la primera plaza en el inicio y no la soltó. Gracias a una espléndida salida, Elías llegó a colocarse segundo. Pero aquel puesto era ficticio. Sólo De Puniet aguantó a Poggiali. Pero tanto arriesgó que, a falta de seis vueltas, se cayó. Volvió a la prueba en quinto lugar y consiguió incluso remontar hasta la tercera plaza. Pero se fue al suelo de nuevo y dejó el camino libre a Poggiali, que venció sin despeinarse, perseguido de lejos por un Fonsi que llegó a la meta a más de 22 segundos del sanmarinés, una eternidad que certifica que su Aprilia no va como estaba previsto, y no sólo porque arrastre problemas en la caja de cambios.
Faltó espectáculo en el cuarto de litro, no así en la categoría superior, la de MotoGP. Más que nada porque ahí vive el señor Valentino Rossi. La prueba, extraordinaria, vivió un espectacular duelo entre la Honda del campeón italiano, marca que ha ganado las 10 últimas carreras en Mugello, y sus compatriotas Max Biaggi y Loris Capirossi. Sete Gibernau, por una vez, fue un mero espectador de la fiesta italiana. Finalizó séptimo, un puesto por delante de Carlos Checa. Capirossi, a los mandos de la Ducati -la máquina más potente que existe, capaz de superar los 310 km/h- protagonizó un par de adelantamientos formidables. Uno de ellos tuvo a Rossi como víctima. Pero se picó éste y decidió resolver el asunto a su manera. Así que entró en una curva a todo tren, derrapó, dejó detrás a Biaggi, también a Capirossi, que no se detuvo a aplaudirle de milagro, y se fue con viento fresco en busca de su tercer triunfo del año, tan incotestable y tan espectacular como suele ser costumbre cuando del mejor corredor del mundo se trata.
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