Nuevo intento fallido de Sevilla
Millar se impone en otro día supersónico, corrido a más de 48 km/h de media
"Y, sobre todo, Óscar mío, que no se te seque la boca; no te pongas ansioso, piénsalo bien, ten siempre la cabeza fría...". Todas las mañanas, al salir del hotel, antes de montarse en el autocar, Vicente Belda habla con Óscar Sevilla como la madre con el niño que va al colegio. Le da el bocadillo, la bufanda y los libros. Le da su cariño y sus consejos. "Pero Óscar", dice compungido el gran Belda, "como quien oye llover; le puede la ansiedad".
Así quiere contar Belda, que siempre destaca el cariño con que se trata a los corredores en el Kelme, el problema que le impide ganar una etapa a Sevilla, un ciclista de clase, de talento, brillante.
En la práctica, todo se resume en una conversación de pinganillo que suele acabar con el enfado del corredor y el desistimiento del director. "Haz lo que quieras", acaba diciéndole Belda; "tú mismo te estrellarás, pero recuerda esto: gana siempre el más frío, el calculador. Cuando vayas en un grupo, recuerda que tú no eres el único que quiere ganar, que necesita ganar; todos van como tú".
Pero a Sevilla, de 27 años, se le seca siempre la boca tirando de los demás para nada. Le ha ocurrido en unas cuantas etapas. Le ocurrió el martes, en Sierra Nevada, donde llevó a rueda a Cárdenas, el frío, para que le clavara el cuchillo por la espalda. Le ocurrió ayer, en el puerto de San Jerónimo, dominando Córdoba, adonde el pelotón llegó como loco, como alma que lleva el diablo, a más de 48 km/h de media. Allí volvió a atacar el albaceteño, allí tampoco pudo ganar.
Sin embargo, ayer, cuenta Unai Osa, que salió a la rueda de Sevilla, fue a éste a quien le falló la decisión en el momento clave: "Teníamos a [David] Millar a diez segundos en la ascensión y allí le tuvimos varios kilómetros. Le dije a Óscar que ése era el momento, que había que hacer un buen esfuerzo para cogerle antes del descenso, porque, si no, sería imposible". Fue imposible, claro.
Millar, un superclase, esporádico e individual, abandonó en 2002 la Vuelta en protesta por las condiciones de la ascensión al Angliru. En el pasado Tour logró que despidieran a un director de su equipo, el Cofidis, por la mala calidad del material de sus bicicletas -se le salió la cadena del plato en el prólogo y no pudo vestirse el maillot amarillo por centésimas de segundo- y luego se impuso en la lluviosa contrarreloj de Nantes. Llegó a la Vuelta corto de forma y pensando en el Mundial contrarreloj. Perdió ante el formidable Isidro Nozal las dos contrarreloj largas y hasta se deprimió un poco, pero no perdió su sangre fría.
"Sé que siempre logro tener dos o tres días buenos en cualquier gran vuelta. Soy un corredor hecho para eso", dijo Millar, quien, ganando, dio una alegría a su hermana, que odia el rubio oxigenado con el que se ha teñido y a la que prometió volver al moreno si ganaba una etapa; "pero creo que tengo que cambiar. He renovado dos años por el Cofidis con el sueldo de líder. Voy a ser líder y voy a intentar ser un hombre de grandes tours. Si no lo consigo, será una decepción".
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