Prestaciones y economía
El nuevo Alfa 156 no presenta cambios estéticos destacables y su evolución se aprecia más en la oferta de motores turbodiésel, que incluye tres propuestas diferentes con potencias desde 115 hasta 175 CV.
Inyección Multijet y 175 CV
El motor 2.4 turbodiésel de cinco cilindros y 20 válvulas es la nueva estrella de la gama. Incluye los últimos avances, desde el turbo de geometría variable hasta el raíl común de segunda generación, que permite aumentar la presión y dividir el proceso de inyección en varias fases, lo que mejora la respuesta y la suavidad de marcha. Estas tecnologías elevan la potencia a 175 CV y aportan un tacto refinado y silencioso que exige mucha atención para notar que es un diésel, incluso en frío y al ralentí. Pero lo mejor es que no aumentan el consumo, un detalle muy meritorio.
El nuevo propulsor va acoplado a un cambio manual de seis marchas muy bien escalonadas que permite sacarle todo el partido, aunque tiene un accionamiento impreciso y poco acorde con el carácter deportivo del coche. Sin embargo, el conjunto aporta unas prestaciones sorprendentes y permite viajar a ritmos elevados incluso acelerando a punta de gas. Además es muy elástico, responde con mucha fuerza y progresividad desde apenas 1.500 vueltas y se estira con brío y suavidad hasta las 4.500. Destaca sobre todo su nervio entre 2.000 y 4.000 revoluciones, el régimen de uso más habitual, lo que permite adelantar en un suspiro y afrontar cualquier subida en sexta marcha, incluso a plena carga, sin tener que reducir.
Esta respuesta poderosa provoca una agradable sensación de seguridad al conductor. Además, en la práctica corre casi como un motor de gasolina con más de 200 CV, pero con los consumos de un utilitario: gasta menos de siete litros a ritmos suaves y se mantiene por debajo de nueve en ciudad y conducción rápida.
Comportamiento deportivo
Las suspensiones han recibido algunos retoques de puesta a punto casi inapreciables y conservan el buen equilibrio del 156, con un tacto deportivo y dinámico que permite disfrutar conduciendo. Es ágil y efectivo en carreteras viradas, con un balanceo comedido de carrocería y pocas inercias laterales. Pero también resulta algo nervioso en carreteras rápidas, lo que exige cierta delicadeza con el volante para apreciar sus virtudes.
La veteranía de este coche se aprecia en el tacto algo duro de los pedales y en un ángulo de giro limitado que no ayuda en las maniobras. Por lo demás mantiene una buena estabilidad y un comportamiento dinámico fácil, noble y al alcance de cualquier conductor. Acusa un poco el mayor peso del motor 2.4 turbodiésel y desliza de delante en las zonas más sinuosas cuando se le exige, pero las ayudas electrónicas de serie, como el control de estabilidad, corrigen todo y aportan una gran seguridad. Y los frenos y el ABS paran muy bien sin el menor desequilibrio.
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