¿Seguros inseguros?
El sector asegurador, que en el conjunto de la OCDE gestiona activos que representan el 9% del PIB, ha sido uno de los que más han acusado las incertidumbres económicas y financieras de los últimos años. Ello contrasta con la percepción general de que estas instituciones se caracterizan por un mayor conservadurismo y estabilidad que otros intermediarios.
Las dificultades iniciales de esta industria surgieron como resultado de las elevadas indemnizaciones que tuvieron que afrontar en 2001 y 2002. Adicionalmente, la tendencia bajista de las bolsas generó notables minusvalías a las aseguradoras de algunos países con elevada exposición a la renta variable. Por otro lado, el deterioro de la calidad crediticia alcanzó al mundo asegurador, al haberse producido un incremento previo de su exposición al riesgo de crédito a través de instrumentos relativamente novedosos como los derivados de crédito, en los que algunas de ellas no tenían una gran experiencia. Afortunadamente, no hay constancia de que el sector asegurador español se haya visto afectado por estos fenómenos.
Los riesgos potenciales para la estabilidad financiera de la actividad aseguradora se ha acrecentado en los últimos años
Finalmente, el bajo entorno de tipos de interés tampoco ha ayudado a mantener la solvencia de las aseguradoras, en especial de aquellas que comercializaron productos que aseguraban una rentabilidad prefijada, superior a los tipos de interés vigentes en la actualidad.
Ante este panorama sombrío, las compañías se han visto obligadas a apelar a los mercados en busca de financiación y a acometer procesos de desinversión para mejorar unos deteriorados ratios de capital. Los Gobiernos de algunos países han implementado algunas medidas de apoyo. Así, el Gobierno británico relajó algunos criterios regulatorios de solvencia y el alemán ha optado por reintroducir una deducción fiscal por pérdidas en las carteras de renta variable.
La crisis de 1998 reveló que la reducción de las barreras que separan las actividades de los diferentes intermediarios exige una mayor vigilancia sobre los riesgos que asumen actores financieros no bancarios. La situación del seguro es una muestra más de este fenómeno. Por ello, como apunta un reciente trabajo del FMI (Das US et al, julio de 2003), el desarrollo de indicadores para monitorizar la fortaleza del sector asegurador cobra una particular importancia para garantizar la estabilidad financiera internacional.
Carmen Hernansanz es economista-jefe de Banca, Sistema Financiero y Nueva Economía del Servicio de Estudios de BBVA.
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