"El lado oscuro del periodismo está en el exceso de ego"
El precio de la verdad está inspirada en un escándalo periodístico ocurrido a mediados de los años noventa en EE UU. Protagonizada por el actor canadiense Hayden Christensen (el popular Anakin Skywalker de La guerra de las galaxias), narra la historia de Stephen Glass, un joven reportero que, con apenas 25 años, se convirtió en una estrella del periodismo de su país.
Redactor de plantilla de la revista de actualidad y política The New Republic y colaborador de Rolling Stone, George y Harpers, Glass escribía artículos ejemplares. Además de audaces y oportunos, eran chispeantes, ingeniosos y divertidos. Sus historias brillaban por encima de las demás. Pero el fenómeno Glass se empezó a tambalear el día en que su editor (advertido por otro editor de la competencia) se puso a verificar la autenticidad de un reportaje sobre una convención de piratas informáticos. Detrás de las elaboradas notas y entrevistas no había nada: ni datos, ni lugares, ni personas. Glass se había inventado ése y la mayoría de sus reportajes. Como Jayson Blair en The New York Times o Janet Cooke en The Washington Post, Glass creó con absoluta frialdad falsos nombres, falsos lugares y falsas situaciones.
"Hoy está más borrosa la línea entre la verdad y el entretenimiento"
"Stephen Glass negó hasta el último momento que todo era mentira. Incluso cuando empezamos a rodar la película, cuando se había comprobado que nada era cierto, él seguía insistiendo en su versión", cuenta Hayden Christensen. "Es un personaje fascinante, ambiguo y extraño, aunque finalmente creo que sólo es la víctima de una patología. Un enfermo de vanidad que no supo controlar ni sus instintos ni la presión exterior. Si el periodismo tiene un lado oscuro ése es el exceso ego", añade el joven actor. "Intenté conocer a Glass antes de empezar la película pero él no quería saber nada de nosotros. Aunque no he llegado a conocerle, sí me he entrevistado con personas que le trataron y trabajaron con él. Todos me contaron que era un hombre con un don especial para hacerse querer. Glass admitió que todo era mentira cuando publicó su libro El fabulador". En ese libro el periodista intenta descifrar las claves de su engaño, además de reflexionar sobre posibles culpables: desde su propia familia a la presión que ejerce la sociedad en los jóvenes para que triunfen a toda costa.
La película, que en España se estrena el 23 de abril, está producida por Tom Cruise y dirigida por Billy Ray. En ella se enfrentan los vicios de un carácter obsesivo y vanidoso con el esfuerzo y el idealismo de sus compañeros de redacción. "Las películas de periodistas siempre me han gustado, supongo que la historia opuesta a ésta sería la de Todos los hombres del presidente. La prensa estadounidense se ha apartado de sus raíces, de la grandeza que tenía en los sesenta, cuando hacía una auténtica búsqueda de la verdad. Hoy está más borrosa la línea entre la verdad y el entretenimiento, y eso pone un énfasis peligroso en el sensacionalismo".
Hayden Christensen estrenará en verano de 2005 la tercera y última entrega de la nueva trilogía de La guerra de las galaxias. En este último episodio, George Lucas narra la metamorfosis definitiva de Anakin Skywalker en Darth Vader. "Es una película muy oscura, mi personaje está fatigado, acorralado por las guerras. Lucas es un director muy meticuloso. Sé que le debo mucho. Pero lo que más me ha gustado de La guerra de las galaxias han sido las espadas. Mentiría si dijera otra cosa. Esas luchas han sido lo más divertido de todo".
Alto, rubio y extremadamente amable, Christensen, de 22 años, asegura que quiere mantener su carrera entre el cine de estudio ("aunque sinceramente me interesa poco") y el independiente. Ha creado una productora junto a su hermano (juntos intentaron lograr los derechos del articulo de Vanity Fair en el que está basada directamente El precio de la verdad, y que finalmente había comprado Tom Cruise) y ahora rodará un thriller junto a Robert Duvall y Gary Oldman. "Tengo suerte y puedo elegir. Y todo desde un lugar privilegiado: no tengo prisa".
Babelia
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