Gérard Lyon-Caen, profesor de Derecho Laboral

Gérard Lyon-Caen murió la noche del 12 al 13 de abril, alos 84 años de edad.

Gérard Lyon-Caen fue uno de los profesores franceses de Derecho Laboral más influyentes de los últimos cincuenta años.

Este catedrático de Derecho puede ser considerado uno de los padres fundadores del Derecho Laboral francés. Formó a generaciones de especialistas y contribuyó en gran medida a elevar esta disciplina al nivel de las otras ramas del Derecho.

Hijo de magistrado -su padre fue el primer presidente de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo-, tenía apenas 35 años cuando publicó, en 1955, su primer manual de Derecho Laboral y de la Seguridad Social. Muy marcado por la guerra, que vivió en la División Leclerc, y durante la que perdió a sus tres hermanos, este joven encontró en los escritos de Marx la clave de lectura que buscaba. Su manual lo demuestra, y ello le valió, decía, "algunas cartas desagradables". Ironías de la historia: estas críticas precedieron en pocos meses a su expulsión en 1956 del Partido Comunista, al que se había unido en 1945.

Signo de su eclecticismo, siendo profesor de Derecho en la Universidad de Dijon, publicó en 1957 un tratado del derecho del cine en dos volúmenes. Pero a partir de 1963, y de su nombramiento para la Facultad de Derecho de París y más tarde para la Universidad de París-I, el Derecho Laboral fue su única pasión. Y lo abordó como un técnico. "Nunca tuvo una visión idealista del derecho", dice su hijo Antoine, también él un eminente jurista.

Gérard Lyon-Caen no se hacía ilusiones respecto al entorno económico y político que condicionaba la elaboración del Derecho y su ejercicio, pero le gustaba reflexionar sobre las nuevas fronteras del Derecho.

A partir del año 1973 publicó importantes artículos premonitorios sobre la negociación colectiva europea. En 1978, en un artículo publicado en Le Monde, ponía en guardia contra "el derrumbamiento del Derecho del Trabajo".

Desgraciadamente, veinticinco años después este análisis del aumento de la precariedad laboral no ha perdido nada de su pertinencia. No se hacía muchas ilusiones sobre la capacidad de los gobernantes de mejorar concretamente la situación de los empleados, por lo que se mantuvo apartado del poder político.

Su jubilación no le impidió seguir colaborando en distintas revistas jurídicas. La reciente publicación de un artículo ligeramente irónico sobre la Sala Social del Tribunal Supremo le valió una carta cargada de reproches por parte del primer presidente de esta cámara, y lo que es más, hecha pública por su autor. Una polémica que no pudo afectar a este hombre tan exigente con los demás como lo había sido consigo mismo.-